Reportaje:Escenarios de la crisis

Lo que queda de un gigante

Una subasta liquida los bienes de una de las 10 grandes constructoras del país

En medio del polígono industrial de Valmor, en el municipio de Valdemoro, cientos de miles de euros cambiaron ayer de manos a una velocidad pasmosa. Se subastaban todos los bienes de la constructora DHO, una de las 10 más grandes de España hasta que en enero de 2009 se declaró en concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos).

En la nave de la subasta se amontonaban 441 paquetes de maquinaria industrial y útiles de oficina. Desde una máquina ensacadora de 40.000 euros hasta lotes con aspecto de obras de arte contemporáneo: un montón de palés cubiertos de cables y cepillos; en e...

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En medio del polígono industrial de Valmor, en el municipio de Valdemoro, cientos de miles de euros cambiaron ayer de manos a una velocidad pasmosa. Se subastaban todos los bienes de la constructora DHO, una de las 10 más grandes de España hasta que en enero de 2009 se declaró en concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos).

En la nave de la subasta se amontonaban 441 paquetes de maquinaria industrial y útiles de oficina. Desde una máquina ensacadora de 40.000 euros hasta lotes con aspecto de obras de arte contemporáneo: un montón de palés cubiertos de cables y cepillos; en el medio, un carro de la compra con tubos. El público era igualmente variado: iba desde constructores consolidados a buscadores de gangas, pasando por abogados afilados a los que nadie querría encontrar al despertar sentados a los pies de su cama.

"La crisis me ha afectado a tope, pero aquí hay gangas", añade un cliente
En la nave se amontonaban 441 paquetes de maquinaria de DHO

Cada uno de los participantes dejaba una fianza de 3.000 euros y a cambio recibían la raqueta numerada que levantaban para pujar. Los empleados de la casa de subastas contaban billetes sobre una mesa. Antes de la subasta, el director de la casa, Michel Orozco, explicó parsimoniosamente los pormenores legales. Luego se alzó sobre la tribuna transformado en estrella del hip-hop y comenzó una letanía que no se detuvo de once de la mañana a siete de la tarde: "Tengo 15, pido 20. Tengo 20. ¿Quién da 25? Dan 25, ahí; quiero 30".

Con las manos escenificaba las cifras mientras, a cada uno de sus lados, un asistente, también de traje impoluto, señalaba hacia los postores que pujaban más alto. Una coreografía notable. En respuesta, las raquetas comenzaron a levantarse. El primer producto: una radial que salió por 15 euros y se vendió por 60. De media, los precios se triplicaron. La casa de subastas, Legal Auctions, confirmó que llegó a los 600.000 euros en ventas, sobre un precio de salida global de 200.000. El dinero se destinará a pagar a los acreedores de DHO.

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En una silla al final de la sala el comprador número 206, un hombre con una cazadora de borrego, manoseaba un fajo de billetes de 100 euros. Más discreto, Antonio Mora, el número 207, explicaba que regenta un negocio de automóviles de segunda mano y estaba interesado en la media docena de coches que dejó DHO. "Pero no creo que me lleve nada. Los precios se disparan. Hay gente que está pagando más por las cosas de lo que valen nuevas", explicaba Mora.

En la nave abundaba esa impresión entre los compradores profesionales, como José Antonio Quirós. "Llevo toda la vida en subastas de juzgados y aduanas, pero ésta no me gusta", explicaba mordiendo un puro. "Aquí hay mucho particular que no sabe. Se pica y sube mucho", añadió.

Juan Gabriel Cruzado, el número 48, no estaba de acuerdo en que los precios eran desorbitados. Perdió el lote 29, pero el 31 y el 32 no se le escaparon: dos casetas de obra que salieron con un precio de 300 euros y terminaron a 800. "Parece caro, pero es muy barato", contaba. "En el mercado estarían por 6.000 euros". Tiene una empresa de hormigón. "La crisis me ha afectado a tope, pero aquí hay gangas".

Antonio y Lisa, de 30 años, se fueron a casa sobre las doce del mediodía porque vieron que el proceso era lento. Son topógrafos, con espíritu científico: "Hemos calculado que van a lote por minuto. Así que nos queda un rato". Volverían después de comer por dos aparatos de mediciones. "Por uno vamos a pujar todo lo que tenemos. Lo necesitamos. Es una inversión para lanzar un gabinete", comentaban a la salida.

Andamios, grúas, hormigoneras... Muchos productos esperaban fuera de la nave su turno de venta. A su alrededor, hombres de negocios consultaban nerviosos por sus teléfonos móviles. Uno de ellos murmuraba: "Me alcanza para pagar si mientras tanto cobro lo del seguro y me sale el préstamo". Una carta arriesgada para estos tiempos de crisis.

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