Reportaje:

La larga vida del 'Mataperros'

Un museo rinde homenaje al inventor gallego del primer automóvil argentino

Corría el 20 de noviembre de 1907 cuando Manuel Iglesias, un gallego que rozaba los 40 años, asombraba a sus vecinos de la localidad bonaerense de Campana al circular por sus calles con un automóvil artesanal construido en sus ratos libres. Iglesias ni siquiera sospechaba que lo que había conseguido era mucho más que un sueño personal. Hubo que esperar más de 60 años, cuando éste ya había fallecido, para que una investigación estableciese que su ingenio mecánico era el primer automóvil realizado íntegramente en Argentina. Hoy Campana rinde homenaje permanente al inventor gallego con un museo q...

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Corría el 20 de noviembre de 1907 cuando Manuel Iglesias, un gallego que rozaba los 40 años, asombraba a sus vecinos de la localidad bonaerense de Campana al circular por sus calles con un automóvil artesanal construido en sus ratos libres. Iglesias ni siquiera sospechaba que lo que había conseguido era mucho más que un sueño personal. Hubo que esperar más de 60 años, cuando éste ya había fallecido, para que una investigación estableciese que su ingenio mecánico era el primer automóvil realizado íntegramente en Argentina. Hoy Campana rinde homenaje permanente al inventor gallego con un museo que lleva su nombre y que tiene como pieza más destacada al Mataperros, el sobrenombre con el que se conocía al vehículo por algún incidente con canes durante sus paseos por Campana.

Iglesias le dedicó cuatro años al coche, que alcanzaba los 12 kilómetros por hora
Se ganó su apodo por atropellar a algún perro en sus paseos por Campana

La historia de Iglesias es similar a la de muchos emigrantes gallegos que buscaban nuevos horizontes a finales del siglo XIX. Llegó a Argentina procedente de Vila de Cruces (entonces conocida como Carbia) en 1884, cuando apenas contaba con 14 años de edad. Tras superar algunas dificultades iniciales, con la ayuda de un paisano acabó encontrando trabajo en una carpintería de la localidad bonaerense de San Martín. Allí aprendió el oficio y unos años más tarde se casó con Maria Mantelini, descendiente de italianos, con la que tuvo 12 hijos. Su progresión le permite conseguir trabajo en los talleres del Ferrocarril Central Argentino en Campana, donde permanecería hasta su jubilación. Allí tiene su primer contacto con la máquina de vapor y comienza a leer textos teóricos sobre física y mecánica que le serían de gran ayuda para afrontar el reto de construir el automóvil.

Juan Carlos Iglesias, nieto de Manuel, vive hoy también en San Martín y tiene entre sus ocupaciones mantener viva la memoria del abuelo que se ha hecho un lugar entre los nombres ilustres de la historia argentina. Explica que la tarea de construir el Mataperros le llevo a Iglesias cuatro largos años en los que tuvo que poner a prueba todos los conocimientos adquiridos en libros y publicaciones que llegaban a Argentina en aquella época. Iglesias recuerda que su abuelo no eligió un día cualquiera para mostrar su invento. El 20 de noviembre era la fecha del cumpleaños de su mujer y el estreno del auto era una forma de rendirle homenaje. Ella y sus hijos habían tenido que soportar las largas noches en las que Manuel se quedaba trabajando en el automóvil, con sustos como el que se llevaron cuando logró arrancar el motor con gran estruendo dentro de la casa.

El coche es una obra de arte de la mecánica. Sus engranajes fueron realizados con sierra y lima, tiene un sistema de dirección de piñón y cremallera, el chasis es de hierro y alcanzaba una velocidad aproximada de 12 kilómetros por hora. Hace cinco años se construyó una réplica exacta en la que trabajaron 41 personas y cuya construcción llevó dos años. El gran campeón argentino Juan Manuel Fangio tuvo la oportunidad de arrancar el coche al primer intento en 1978, cuando se realizó un homenaje al piloto con motivo de su 80 aniversario y se le entregó una maqueta del automóvil de Iglesias.

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El reconocimiento a lo conseguido por Iglesias llegó a principios de los 70, cuando el ingeniero de la Universidad de Buenos Aires Arnoldo Lucius se interesó por el coche y llegó a la conclusión de que éste había sido realmente el primer automóvil construido en Argentina. Hasta entonces ese mérito se adjudicaba al coche del ingeniero Horacio Anasagasti, que fue ensamblado en 1912 con algunas piezas procedentes de talleres propios y otras de fuera del país. Fabricó autos en serie hasta 1916 y la mayoría acabaron convertidos en taxis.

Tras la conclusión inequívoca del carácter pionero del auto de Iglesias, el Gobierno de la provincia de Buenos Aires estableció en 1975 que Campana era la "cuna del automóvil argentino" y que el último domingo de mes de noviembre se celebraría anualmente una fiesta para conmemorar el primer paseo del Mataperros. Iglesias había fallecido en 1955 y nunca llegaría a sospechar la trascendencia que alcanzaría su invento.

La última vuelta de tuerca de esta historia puede ser la construcción de otra réplica exacta del coche para ser enviada a la localidad natal de Iglesias. Las negociaciones están bastante avanzadas y también quedan pendientes los últimos flecos para un hermanamiento entre San Martín y la provincia de Pontevedra. Campana y Vila de Cruces ya lo están desde hace diez años. La ironía de la historia puede hacer que más de 100 años después de los primeros kilómetros del Mataperros un hermano gemelo suyo acabe cruzando el Atlántico para instalarse en la tierra que vio nacer a su creador.

Una réplica exacta del Mataperros, expuesta en el museo de la localidad bonaerense de Campana.

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