AL CIERRE

Cuento de Navidad para decepcionados

Si alguno de ustedes se encuentra entre los decepcionados por lo sucedido en la Cumbre sobre el Clima de Copenhague, les recomiendo la lectura del relato de Jean Giono El hombre que plantaba árboles, recién traducido entre nosotros. Antes que nada por razones de higiene mental: tras tantos días de palabrería, de demagogia de todos los colores, de promesas altisonantes y discursos huecos, tras tanto ruido propagado a través del mundo por los ensordecedores altavoces de la comunicación se agradece la historia de un hombre que libremente se ha rodeado de tanto silencio que ni siquiera tien...

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Si alguno de ustedes se encuentra entre los decepcionados por lo sucedido en la Cumbre sobre el Clima de Copenhague, les recomiendo la lectura del relato de Jean Giono El hombre que plantaba árboles, recién traducido entre nosotros. Antes que nada por razones de higiene mental: tras tantos días de palabrería, de demagogia de todos los colores, de promesas altisonantes y discursos huecos, tras tanto ruido propagado a través del mundo por los ensordecedores altavoces de la comunicación se agradece la historia de un hombre que libremente se ha rodeado de tanto silencio que ni siquiera tiene necesidad de hablar. Un antídoto frente al griterío.

Pero, además, Elzéard Bouffier, protagonista de la narración, parece saber más sobre la naturaleza que ninguno de los reunidos en Copenhague. Tiene una familiaridad entrañable con ella, algo que le permite avanzar por el camino justo sin recurrir a declaración pragmática alguna, sin funcionarios o expertos, que es un hombre reacio a las grandes palabras -de hecho es un hombre de muy pocas palabras-; como contrapartida, está poseído de una energía maravillosa en el momento de dedicarse a la pasión de su vida: plantar árboles. En el breve relato, Jean Giono retrata a su personaje a lo largo de 37 años, de 1910 a 1947. En este tiempo Elzéard Bouffier no abandona jamás su reducto de tierra provenzal, junto a los Contrafuertes del Mont Ventoux, una tierra dura y áspera. Bouffier, un pastor solitario que roza la sesentena, planta robles. Entierra centenares de miles de bellotas, seleccionadas una a una, con la esperanza de que crezca un pequeño bosque. Después, en la leve humedad del valle, se atreve con los abedules. Planta árboles sin descanso mientras se abaten sobre Europa dos guerras. La destrucción reina por todos lados, pero el anciano pastor, inmutable, prosigue con su tarea y el pequeño bosque, convertido ya en un bosque grande y generoso, se erige en una invitación a la vida, un regalo a los supervivientes.

En el relato de Jean Giono, un pastor solitario planta robles

Lo dicho: un cuento de Navidad para consolar a los decepcionados.

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