Reportaje:

"¿Quién hubiera pensado que el viejo tuviera tanta sangre?"

Cheek by Jowl estrena un 'Macbeth' que enfatiza la unión de la pareja criminal

En la escena final, mientras Macbeth yace muerto tras enfrentarse como un oso enloquecido a sus enemigos, su mujer, Lady Macbeth -fallecida dos escenas antes-, reaparece para tenderse a su lado. Es la manera consecuente con la que Declan Donnellan cierra su montaje de la gran obra de Shakespeare, un montaje que se esfuerza en recalcar la unión pasional entre la sangrienta pareja de asesinos. A lo largo del espectáculo de la compañía británica Cheek by Jowl, estrenado el martes en el Théatre de Namur (Bélgica) y que la semana que viene se presenta en el festival Temporada Alta de Girona, los Ma...

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En la escena final, mientras Macbeth yace muerto tras enfrentarse como un oso enloquecido a sus enemigos, su mujer, Lady Macbeth -fallecida dos escenas antes-, reaparece para tenderse a su lado. Es la manera consecuente con la que Declan Donnellan cierra su montaje de la gran obra de Shakespeare, un montaje que se esfuerza en recalcar la unión pasional entre la sangrienta pareja de asesinos. A lo largo del espectáculo de la compañía británica Cheek by Jowl, estrenado el martes en el Théatre de Namur (Bélgica) y que la semana que viene se presenta en el festival Temporada Alta de Girona, los Macbeth se relacionan entre ellos con una intensidad extraordinaria: matan juntos, claro, y eso une mucho, pero además se desean, se besan, se acarician, bailan pegados (que eso sí es bailar), cenan en la intimidad, se meten mano y hasta echan un polvo en el suelo (¡vaya con los Macbeth!). A veces te parece más estar viendo El cartero siempre llama dos veces que The scottish play.

Nunca se había visto al criminal matrimonio tan unido, tan amoroso. Y eso sorprende: al cabo, Macbeth, ciñéndonos al texto, sólo se muestra lo que se dice cariñoso con su mujer una vez en la obra, cuando al llegar a su castillo en Inverness la llama "my dearest love". Y no hay que olvidar que cuando recibe la noticia de su muerte suelta aquello de "un día u otro había de morir", que no es precisamente el colmo de la ternura. En todo caso, el énfasis en la pareja es de las cosas que mejor funciona en este Macbeth, una de las grandes citas de la temporada internacional, sobre todo por la interpretación de Anastasia Hille, que hace una Lady Macbeth muy atractiva, sensual, de una hipnotizante fisicidad (hasta mima un strip-tease) pespunteada con movimientos histéricos. En contraste, el Macbeth de Will Keen, aunque muy esforzado, no convence. No es que el regicida general escocés sea el colmo de la sutileza, pero no puede resultar tan monocromo (y espasmódico). Sus andares de sargento de marines provocan sonrisas.

Poco antes de alzarse el telón, Donnellan destacaba una línea "fundamental". En su desvarío en la escena I del acto V, recordando el asesinato del rey Duncan, Lady Macbeth dice: "¿Quién hubiera pensado que el viejo tuviese tanta sangre?", frase digna de los hermanos Coen. "No sólo es brutal, sino, y esto es lo importante, muestra la conciencia de lo que han hecho. Macbeth no es la historia de la pareja que mata a un rey, sino de la pareja que se da cuenta de que ha matado a un rey".

La imaginación -que "como el amor o como el hígado", apunta muy isabelino Donnellan, "se puede volver cancerosa"- domina su montaje. Las brujas son sólo voces y susurros, no hay (¡en Macbeth!) ni una gota de sangre visible. Se pelea, se mata y se muere con espadas imaginarias. La atmósfera se espesa con una niebla artificial que crea imágenes turbadoras. El público no pareció muy impresionado: no es fácil sorprender a los belgas con historias de crímenes, aunque mueran niños.

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