Obligados a cavar su propia fosa

Comienza en Cáceres la búsqueda de un alcalde y su ayudante, cantaor de flamenco, ejecutados en agosto de 1936

"Yo tenía sólo tres meses cuando mataron a mi padre. Vinieron a buscarle a casa. Dijeron que se lo llevaban a la cárcel, pero mi madre supo en cuanto se lo llevaban que no lo volvería a ver".

Marisol González, de 73 años, -"los mismos que hace que mi padre desapareció", señala- vive ilusionada la oportunidad de recuperar los restos de aquel hombre que no llegó a conocer para poder enterrarlos junto a la mujer que nunca le olvidó, su madre. "Murió hace ocho años, pero sé que le hubiera hecho feliz saber dónde está mi padre. Tenía sólo 19 años cuando se casó con él. Decía que le enamoró s...

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"Yo tenía sólo tres meses cuando mataron a mi padre. Vinieron a buscarle a casa. Dijeron que se lo llevaban a la cárcel, pero mi madre supo en cuanto se lo llevaban que no lo volvería a ver".

Marisol González, de 73 años, -"los mismos que hace que mi padre desapareció", señala- vive ilusionada la oportunidad de recuperar los restos de aquel hombre que no llegó a conocer para poder enterrarlos junto a la mujer que nunca le olvidó, su madre. "Murió hace ocho años, pero sé que le hubiera hecho feliz saber dónde está mi padre. Tenía sólo 19 años cuando se casó con él. Decía que le enamoró su porte a caballo".

Ayer arrancó en Villanueva de la Vera (Cáceres) la búsqueda de Pedro González Hernández, que fue fusilado a los 22 años con Anastasio Arroyo Gironda, su amigo y alcalde de Talaveruela por el frente Popular, y otros tres hombres cuya identidad sigue siendo un misterio. La fosa estuvo señalada durante mucho tiempo porque los dueños de la finca respetaron siempre aquel lugar y no quisieron sembrar sobre los muertos. Pero hace unos años la tierra cambió de manos y el rastro se perdió. Un arqueólogo canadiense con experiencia en fosas de Kosovo y el Congo dirige los trabajos de búsqueda. Desde hace tres años dedica sus vacaciones a ayudar a desenterrar una historia con la que nada tiene que ver. Esta vez, la de cinco hombres ejecutados por falangistas una madrugada de agosto de 1936 después de ser obligados a cavar su propia fosa.

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Anastasio Arroyo tenía 33 años el día en que fue ejecutado. Estaba casado y tenía un hijo de nueve años. A su mujer la había conocido en casa de los marqueses de Esquilache, en Madrid, donde él trabajaba de chófer y ella de sirvienta de la marquesa. En 1934 fue elegido alcalde de Talaveruela por el Partido Socialista y en 1936, reelegido por el Frente Popular. Era muy amigo de Pedro González, un vaquero de reses bravas que, como cantaba muy bien flamenco, solía acompañarle en los mítines convocando al público con sus canciones.

Al estallar la guerra, los caciques, curas y falangistas de Talaveruela pactaron que allí no habría paseos ni ejecuciones. Pero las matanzas no cesaron en los municipios cercanos de Madrigal y Villanueva y una madrugada fueron a buscar a Pedro y Anastasio. Dijeron que se los llevaban a la cárcel de Mérida, pero nunca llegaron al penal. En el paraje de Aguasfrías, les hicieron cavar un hoyo, los mataron y los malenterraron dentro. Varios cabreros que entonces pasaban por la zona sorprendieron a los asesinos, lo que no evitó la tragedia. En 1979, uno de los testigos, que entonces tenía 84 años, acudió a un juzgado de paz para dejar por escrito que Pedro González, el padre de Marisol, fue asesinado.

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Grupo de los cinco ejecutados en la madrugada del 7 de agosto de 1936.
Los cinco hombres de Villanueva de la Vera (Cáceres) que fueron 'paseados' por los nacionales y obligados a cavar su propia tumba antes de su ejecución

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