Los escándalos de la gestión cultural

El castigo a Azkarate deja aislado al PNV

La oposición y EA rechazan la gestión de la consejera y Vidarte en el Guggenheim

La oposición y EA aprovecharon ayer su unánime rechazo en el Parlamento a la gestión de la consejera de Cultura, Miren Azkarate, sobre todo en el Museo Guggenheim, para asestar un duro golpe político al PNV, a menos de tres meses de las elecciones autonómicas. Con el castigo de la Cámara a la también portavoz del tripartito -defendida con vehemencia por el propio lehendakari-, el PNV cierra un endiablo último trimestre del año donde se entremezclan la ruptura de la coalición con EA, el fiasco de la fusión de las cajas, las amenazas de ETA o la suspensión del partido de la selección de f...

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La oposición y EA aprovecharon ayer su unánime rechazo en el Parlamento a la gestión de la consejera de Cultura, Miren Azkarate, sobre todo en el Museo Guggenheim, para asestar un duro golpe político al PNV, a menos de tres meses de las elecciones autonómicas. Con el castigo de la Cámara a la también portavoz del tripartito -defendida con vehemencia por el propio lehendakari-, el PNV cierra un endiablo último trimestre del año donde se entremezclan la ruptura de la coalición con EA, el fiasco de la fusión de las cajas, las amenazas de ETA o la suspensión del partido de la selección de fútbol.

La sesión de ayer no se apartó del guión previsto, salvo en el cambio de paso precisamente del PNV al apoyar al final el dictamen sobre las manifiestas irregularidades en el futuro Museo Balenciaga, cuando había anunciado su abstención. En realidad, el Guggenheim acaparaba de salida el máximo interés, habida cuenta de su indiscutible condición de icono, y no decepcionó por la carga de profundidad que su debate social conlleva desde que se conocieron las primeras supuestas irregularidades.

Dos mundos: los acusados hablan de inquisición; el resto, de irresponsabilidad
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Como foto de situación, el Parlamento exhibió dos mundos antagónicos. De un lado, quienes sostienen (oposición y EA) que la consejera de Cultura y el director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, son responsables de los fallos de control que hicieron posible el desfalco de casi medio millón de Roberto Cearsolo y la pérdida de 8,4 millones de euros en una operación de compra de dólares. Para reforzar la censura a su gestión, la oposición y EA pidieron verbalmente en la sesión que Azkarate dimitiera, pero, al final, no lo plasmaron por escrito.

De otro, un PNV en exceso aislado (le asistió puntualmente EB) prefiere negarlo todo por "falta de pruebas" y eso le permite hablar de "proceso inquisitorial". Más aún, en su defensa llega a ningunear, incluso, a la comisión de investigación al denunciar que su dictamen ya estaba escrito antes de que sus miembros empezaran a reunirse en el Parlamento.

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La dureza del dictamen, redactado por el parlamentario socialista Antonio Rivera, también alcanza de lleno al director del Guggenheim, porque critica "la falta de capacidad profesional, de conocimiento y control de los procesos de trabajo y de la acción de los subordinados, de tutela efectiva de sus bienes, de gestión adecuada y de rendición fiel de las cuentas por parte de Vidarte".

El PNV ha defendido con vehemencia lógicamente la gestión de Azkarate y Vidarte, pero su soledad de ayer en el Parlamento escenifica una imagen nada aleccionadora de cara al examen del próximo mes de marzo en las urnas. Según su portavoz, Leire Corrales, ambos son "responsables" de haber situado al Guggenheim como referencia internacional y que fueron diligentes en cuanto descubrieron las irregularidades.

Por encima de este contundente castigo en sede parlamentaria, el PNV ha sufrido un desgaste social durante las sucesivas sesiones parlamentarias de la comisión de investigación de los dos museos, Guggenheim y Balenciaga. Además, el desfile de varios cargos relacionados con la pinacoteca, todos ellos de la órbita jeltzale (Garmendia, Uribe-Etxebarria, Madariaga y Greaves), también le acaba erosionando porque en la resolución aprobada son considerados responsables de haber causado "mala imagen" a la entidad.

Así las cosas, el dictamen sobre las palmarias irregularidades en el Balenciaga apenas provocó el interés una vez sustanciado el del Guggenheim, máxima cuando se supo que el PNV se adhería al dictamen. En este caso, Azkarate ya había admitido ante la comisión de investigación su "responsabilidad política" porque no atajó "en su momento" las deficiencias en la gestión personalista del ex alcalde de Getaria Mariano Camio, otro afiliado peneuvista, dotado de plenos poderes en el museo y a quien nadie pedía cuentas.

La consejera de Cultura, Miren Azkarate, hablaba por teléfono desde su escaño en el pleno de ayer del Parlamento vasco.PRADIP J. PHANSE

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