Se aceptan pujas por el premio de Abel Ferrara en Sitges

Supongamos que desee usted un galardón del Festival de Sitges. Supongamos también que no tenga una sólida carrera en el género o alguna película legendaria que le permita acceder al mismo a través de mecanismos convencionales. Pues bien, alégrese, porque ahora tiene la oportunidad de llevarse uno a casa por un módico precio. "Aceptamos pujas", afirman al unísono Francesc Comerma y Guillermo Rodríguez, camareros en el Meliá Sitges.

En el bar del hotel puede uno encontrarse a cualquier hora al realizador Abel Ferrara, que recogió hace unos días el premio a su carrera. Ferrara, bebedor pro...

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Supongamos que desee usted un galardón del Festival de Sitges. Supongamos también que no tenga una sólida carrera en el género o alguna película legendaria que le permita acceder al mismo a través de mecanismos convencionales. Pues bien, alégrese, porque ahora tiene la oportunidad de llevarse uno a casa por un módico precio. "Aceptamos pujas", afirman al unísono Francesc Comerma y Guillermo Rodríguez, camareros en el Meliá Sitges.

En el bar del hotel puede uno encontrarse a cualquier hora al realizador Abel Ferrara, que recogió hace unos días el premio a su carrera. Ferrara, bebedor profesional, tenía la costumbre de "dejarse el premio en la barra" así que un día, para no tener que preocuparse más, se lo regaló a Rodríguez. "Como se le va la pinza y se lo deja por ahí decidió que en el bar estaría seguro", afirma el camarero. Si le preguntan por qué se lo dio parece tenerlo claro: "Porque soy el que le suministra alcohol". Poca broma.

La Máquina del Tiempo (nombre del galardón) permanece allí, en el bar, rodeado por un colorido e improvisado belén de cervezas nacionales y de importación, acumulando "ofertas" de diversos interesados. Mientras tanto, Ferrara sigue sembrando el pánico, tocando el piano, cantando a capela, protestando y luego riendo, paseando su alborotado pelo gris por todas las estancias del festival, concediendo entrevistas que corta por lo sano para traer a su novia, sentarla en la mesa y luego largarse dejándola con el marrón periodístico; acudiendo a fiestas, e invariablemente volviendo a su lugar favorito: el bar. Aun así, y a pesar del inigualable show de Ferrara, el festival sigue y hoy ha rendido culto a otro mito de diferente calado: el actor belga Jean-Claude van Damme. La estrella caída del cine de acción se atreve en el filme JCVD a tomarse el pelo a sí mismo, guiado por el notable empeño del director francés Mabrouk El Mechri, que se inventa un Van Damme arruinado, a punto de perder la custodia de su hija y que -a primera vista- se decide por atracar un banco y salir de apuros. A El Mechri le tira de primera el cóctel y el belga se atreve con todo, hasta con un monólogo dramático mirando a cámara. Pocos hubieran apostado por la mezcla, pero la cuestión es que la mecha prende y la cosa funciona. Quién sabe, igual vemos pronto a Van Damme en algún berenjenal dramático donde no sea necesario lanzar patadas voladoras. Si Mickey Rourke ha podido, ¿por qué no él?

Abel Ferrara, tras recibir el galardón del Festival de Sitges.EFE
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