Análisis:EL ACENTO

¿Quién echa un gen al aire?

El Instituto Karolinska, en Estocolmo, ha hecho un descubrimiento no se sabe si alarmante o sensacional. Alarmante porque, según sus resultados, el éxito de la vida en pareja dependería de un gen presente en dos de cada cinco varones. El director del estudio, Hasse Walum, sostiene que los hombres con el gen tienen más posibilidades de vivir una relación conflictiva que los que carecen de él, entre otras razones porque son más proclives a la infidelidad. No es que Walum lo cifre todo en la genética; piensa que, además, influyen factores que van desde la educación recibida a las creencias religi...

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El Instituto Karolinska, en Estocolmo, ha hecho un descubrimiento no se sabe si alarmante o sensacional. Alarmante porque, según sus resultados, el éxito de la vida en pareja dependería de un gen presente en dos de cada cinco varones. El director del estudio, Hasse Walum, sostiene que los hombres con el gen tienen más posibilidades de vivir una relación conflictiva que los que carecen de él, entre otras razones porque son más proclives a la infidelidad. No es que Walum lo cifre todo en la genética; piensa que, además, influyen factores que van desde la educación recibida a las creencias religiosas, pasando por los condicionantes del medio social. Pero el papel preponderante que, de acuerdo con sus investigaciones, desempeñaría ese gen en la estabilidad de las parejas podría sugerir que el amor hasta la muerte es, antes que un sueño poético, una mera determinación biológica.

Pero además de alarmante, el estudio del Instituto Karolinska también puede tratarse, en efecto, de un descubrimiento sensacional. Al menos para quienes consideren, como la antropóloga de la Universidad de Rutgers Helen Fischer, que la información genética resultaría de extraordinaria utilidad para las parejas que se casan. La lógica que se desprende de esta opinión seguramente autorizada podría llevar, por ejemplo, a establecer un plan de prevención de los divorcios por el simple procedimiento de que los futuros contrayentes se den a conocer sus respectivos perfiles genéticos, al igual que se presentan sus respectivas familias. Así sabrían si el azar que guía al amor como un arquero ciego ha acertado o, por el contrario, ha sido víctima de una trampa genética.

Hasta donde se sabe, no existen datos sobre si los hombres con el gen consideran el descubrimiento de Walum alarmante o sensacional. Pero podría aventurarse como premisa de trabajo que, en caso de ser sorprendido, todo hombre infiel estaría entusiasmado con la posibilidad de poder presentar su perfil genético como eximente. Para los infieles, no es que el descubrimiento de Walum sea sensacional, es que el mismo Walum sería más, pero mucho más que un buen amigo.

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