Francia pone en libertad a la ex terrorista italiana Petrella

Su puesta en libertad era "una condición ineluctable para que mejore su salud, para que siga en vida". Con voz emocionada, Elisa Novelli, hija de la célebre ex terrorista italiana Marina Petrella, acogió ayer la decisión del tribunal de apelación de Versalles de excarcelar a su madre.

En la práctica la resolución judicial significa que la policía se retirará del hospital parisino de Saint-Anne, donde está ingresada. La ex responsable de las Brigadas Rojas seguir sometida a control judicial.

Petrella, de 54 años, padece "depresión y tendencias suicidarias" y está siendo alimentaba...

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Su puesta en libertad era "una condición ineluctable para que mejore su salud, para que siga en vida". Con voz emocionada, Elisa Novelli, hija de la célebre ex terrorista italiana Marina Petrella, acogió ayer la decisión del tribunal de apelación de Versalles de excarcelar a su madre.

En la práctica la resolución judicial significa que la policía se retirará del hospital parisino de Saint-Anne, donde está ingresada. La ex responsable de las Brigadas Rojas seguir sometida a control judicial.

Petrella, de 54 años, padece "depresión y tendencias suicidarias" y está siendo alimentaba con un gotero desde que, en junio, el primer ministro, François Fillon, firmó su extradición a Italia.

La decisión del tribunal no suspende la extradición, que sólo está pendiente del dictamen del Consejo de Estado francés al que ha recurrido Petrella y que, casi con seguridad, le será desfavorable.

Petrella fue condenada a cadena perpetua en 1992 por el asesinato de un comisario y el secuestro de un magistrado. Huyó a Francia en 1993 para no cumplir la condena porque el entonces presidente socialista, François Mitterrand, acogió a los ex brigadistas que renunciaban a la lucha armada.

La decisión de extraditarla, contraviniendo la promesa de Mitterrand, suscita una gran polémica en Francia. Los partidos socialista, verde y comunista, numerosos intelectuales, un sindicato de magistrados etcétera, se oponen a ella.

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El presidente Nicolas Sarkozy no ha sido insensible a este clamor. Escribió al primer ministro, Silvio Berlusconi, rogándole que interceda ante el jefe de Estado italiano, Giorgio Napolitano, para que éste le conceda la gracia. Napolitano no parece muy proclive a ello.

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