Análisis:

Un freno a la nuclearización

Es muy posible que el paso dado ayer por Pyongyang anuncie el final definitivo de una grave crisis nuclear. Tal cosa sería una excelente noticia, ya que la nuclearización de Corea del Norte supone no sólo un serio atentado al régimen internacional de no proliferación sino también un riesgo de efecto dominó en la región y de transferencia de material nuclear a otros Estados e incluso a grupos terroristas.

Cuando sea comprobada, la información suministrada a China, junto con la entregada en mayo a EE UU, cumplirá previsiblemente los requisitos de la comunidad internacional. Además, en est...

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Es muy posible que el paso dado ayer por Pyongyang anuncie el final definitivo de una grave crisis nuclear. Tal cosa sería una excelente noticia, ya que la nuclearización de Corea del Norte supone no sólo un serio atentado al régimen internacional de no proliferación sino también un riesgo de efecto dominó en la región y de transferencia de material nuclear a otros Estados e incluso a grupos terroristas.

Cuando sea comprobada, la información suministrada a China, junto con la entregada en mayo a EE UU, cumplirá previsiblemente los requisitos de la comunidad internacional. Además, en estos días está culminando también la deshabilitación del complejo nuclear de Yongbion. Washington empezará así el proceso para eliminar a Corea del Norte de su lista de países patrocinadores del terrorismo, lo que, junto al levantamiento de sanciones comerciales, permitirá iniciar la normalización de relaciones económicas y diplomáticas.

Aún falta desmantelar las instalaciones y abandonar o destruir el armamento atómico
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Faltan todavía medidas adicionales: el desmantelamiento de las instalaciones nucleares y el abandono o destrucción del armamento atómico. A cambio, al final del proceso Corea del Norte habrá obtenido asistencia económica, relaciones normalizadas con EE UU y Japón y un tratado de paz que sustituya al armisticio de la guerra que sufrió la península hace más de medio siglo.

Como es sabido, las cosas comenzaron a resolverse el año pasado, cuando, tras la prueba nuclear de 2006, Washington, que había mantenido una política del todo ineficaz (por absurda) durante cuatro años, cambió de opinión. Al tiempo, Pekín perdió la paciencia con su díscolo vecino y empezó una activa diplomacia silenciosa. Ayudó también el empeoramiento de la situación económica de Corea del Norte. Al final se llegó a un acuerdo en dos tiempos, febrero y octubre. Los últimos seis meses fueron testigos de algunas dudas de EE UU sobre el grado de cumplimiento de Pyongyang, dudas que parecen haberse despejado ahora.

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Por tanto, lo que demuestran los acontecimientos recientes es que, frente a la opinión de algunos agoreros, es perfectamente posible la desnuclearización de Corea del Norte. La razón es que Pyongyang no necesita el arma nuclear como elemento de disuasión de un eventual ataque de EE UU, puesto que sus fuerzas convencionales cumplen sobradamente esa función. Otra conclusión es que EE UU, por el bien de la comunidad internacional, debe seguir mostrando flexibilidad para conseguir el final de una seria amenaza nuclear. A la postre, éste puede ser el único éxito importante de política exterior de la desacreditada administración Bush.

Pablo Bustelo es investigador principal (Asia-Pacífico) del Real Instituto Elcano.

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