"Vivir en la calle es duro, pero tiene su encanto"
Julio M. vive en las calles de San Sebastián desde hace tres años. Nació en Madrid y está a punto de cumplir 54 años. Cobra una paga mensual de 354 euros, un dinero que le da para ir "tirando". No se queja de la vida, pese a las dificultades que ha tenido que sortear desde que le dio por vagabundear. "Vivir en la calle es muy duro, pero tiene su encanto", dice con satisfacción.
Acude todos los días a comer y dormir al centro de atención a los sin techo Aterpe, gestionado por Cáritas en San Sebastián. Allí acude regularmente desde hace un año, lo que le permite comer caliente -ant...
Julio M. vive en las calles de San Sebastián desde hace tres años. Nació en Madrid y está a punto de cumplir 54 años. Cobra una paga mensual de 354 euros, un dinero que le da para ir "tirando". No se queja de la vida, pese a las dificultades que ha tenido que sortear desde que le dio por vagabundear. "Vivir en la calle es muy duro, pero tiene su encanto", dice con satisfacción.
Acude todos los días a comer y dormir al centro de atención a los sin techo Aterpe, gestionado por Cáritas en San Sebastián. Allí acude regularmente desde hace un año, lo que le permite comer caliente -antes sólo podía tomar bocadillos- y dormir en una sala comunitaria. "Este sitio me lo recomendó un amigo chileno", confiesa Julio, "y la verdad es que me siento arropado y querido".
Ha conseguido ganarse "el respeto de la gente de la calle". "Intento llevarme bien con todo el mundo, no montar líos y ser sincero", asegura, aunque en los últimos tiempos ha observado "muchos cambios" a la intemperie. Apodado El anarquista, Julio explica que "ha llegado mucho inmigrante, sobre todo, argelinos y marroquíes, que han ocupado puestos que nos tocaban a otros. Son unos invasores".
Agradece la solidaridad de las personas -un dentista le arregló incluso la dentadura- y asegura que su idea es "morir pobre en Donosti".