El pastor de Obama acusa a sus críticos de atacar a la iglesia negra

El reverendo Wright vuelve a poner al candidato en aprietos

En el momento más inoportuno posible, cuando Barack Obama se muestra más vulnerable que nunca y a una semana de una nueva ronda de primarias cruciales en Carolina del Norte e Indiana, el reverendo Jeremiah Wright volvió ayer a ser el foco de la actualidad con declaraciones menos controvertidas que las que le hicieron famoso, pero potencialmente igual de dañinas para el candidato demócrata. El reverendo Wright ocupó la tribuna del Centro Nacional de Prensa, en Washington, no para rectificar sus pasados discursos, cargados de frases como "Dios maldiga a América" o de dudas sobre el ataque del 11...

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En el momento más inoportuno posible, cuando Barack Obama se muestra más vulnerable que nunca y a una semana de una nueva ronda de primarias cruciales en Carolina del Norte e Indiana, el reverendo Jeremiah Wright volvió ayer a ser el foco de la actualidad con declaraciones menos controvertidas que las que le hicieron famoso, pero potencialmente igual de dañinas para el candidato demócrata. El reverendo Wright ocupó la tribuna del Centro Nacional de Prensa, en Washington, no para rectificar sus pasados discursos, cargados de frases como "Dios maldiga a América" o de dudas sobre el ataque del 11-S, sino para defender y justificar su posición radical.

Según Wright, la reacción a sus sermones extremistas no es un ataque sólo contra él o contra Obama, sino "un ataque contra todas las iglesias negras". Wright fue durante años, y hasta su reciente retiro, el pastor de la iglesia a la que acude Obama en Chicago. Fue quien casó al candidato, quien bautizó a sus dos hijas y quien inspiró algunas de las visiones de Obama sobre problemas sociales o raciales.

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Una vez dadas a conocer sus radicales sermones del pasado, Obama manifestó que ni los conocía ni los compartía en absoluto. Pero la presión de los medios de comunicación fue tan grande que Obama se vio obligado a pronunciar el mes pasado un discurso sobre el conflicto racial que fue extraordinariamente bien acogido y sirvió para pasar página de aquella crisis. El asunto ha venido, no obstante, coleando todo este tiempo por la estrategia de las campañas tanto de Hillary Clinton como de John McCain. La reaparición del propio Wright ayer en la capital de la nación vuelve a poner el tema sobre la mesa con toda su fuerza destructiva.

Su relación con Wright no sólo perfila a Obama como un radical, sino que recuerda a los votantes el hecho de que es un típico candidato negro, y no el candidato negro capaz de sobrepasar la línea divisoria entre las razas, sino un candidato negro forjado en las clásicas escuelas de pensamiento divisorio de otros políticos negros.

Eso es al menos lo que ayer intentaban destacar las campañas de sus rivales demócrata y republicano y los columnistas conservadores. Un portavoz de la campaña del propio Obama declaró ayer que las declaraciones del reverendo "no representan, por supuesto, más que al propio Wright". Pero el daño de esta polémica es ya innegable. Un 41% de los electorales admiten, según una encuesta reciente, que su opinión sobre Obama ha empeorado como consecuencia del caso Wright.

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