El desafío nuclear iraní

El espía no tropieza dos veces

El informe sobre Irán de las agencias de espionaje es un nuevo revés para Bush y sus 'neocons'

No ha terminado el calvario para Bush y sus neocons, los pocos que quedan en servicio. Un nuevo revés se ha sumado al rosario de derrotas que ha venido cosechando, principalmente desde las elecciones de mitad de mandato del pasado año que le dejaron sin mayoría en las dos cámaras y dieron la señal de abandono del barco por parte de su batallón de colaboradores neocons. Esta vez ha sido la Comunidad de Inteligencia, formada por las 16 agencias de espionaje con que cuenta el Gobierno norteamericano, la que ha hecho una encomiable demostración de profesionalidad y de independencia, ...

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No ha terminado el calvario para Bush y sus neocons, los pocos que quedan en servicio. Un nuevo revés se ha sumado al rosario de derrotas que ha venido cosechando, principalmente desde las elecciones de mitad de mandato del pasado año que le dejaron sin mayoría en las dos cámaras y dieron la señal de abandono del barco por parte de su batallón de colaboradores neocons. Esta vez ha sido la Comunidad de Inteligencia, formada por las 16 agencias de espionaje con que cuenta el Gobierno norteamericano, la que ha hecho una encomiable demostración de profesionalidad y de independencia, probablemente dirigida a recuperar el prestigio perdido hace cinco años, cuando fabricó el caso de las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Husein para invadir Irak. El antisemita y antioccidental Irán de los ayatolás, una de las tres piezas del Eje del Mal declarado por Bush, no tiene un programa nuclear militar en marcha ni se comporta como un Estado gamberro (un rogue State), según la evaluación que han hecho a partir de una cantidad enorme de información recogida por todo tipo de sistemas, entre la que destacan escuchas telefónicas realizadas los pasados meses.

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El Informe Nacional de Inteligencia sobre Irán sólo se ha dado a conocer en sus conclusiones, pero son suficientes como para conducir a un cambio en la percepción internacional de Irán. Constituye, en primer lugar, un nuevo éxito para la Organización Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y sobre todo su director, Mohamed al Baradei, acosado y difamado en los últimos meses por los neocons, pues coincide con su evaluación sobre el supuesto programa militar iraní. Significa, también, un alivio para Rusia y China, miembros con derecho de veto del Consejo de Seguridad, sometidos a una permanente presión desde Washington para que apoyaran la aprobación de nuevas sanciones contra Teherán. Aleja la eventualidad de un ataque norteamericano contra las instalaciones nucleares iraníes, declaradas civiles por el propio informe, como mínimo en el año que queda de presidencia de Bush y probablemente mucho más allá. Y significa incluso un éxito y un estímulo para el habitual camino diplomático en el que la Unión Europea y su negociador internacional, Javier Solana, han conseguido reconocidas capacidades. Las únicas reservas al informe llegan del Gobierno israelí y de la propia Casa Blanca, que se ha dedicado a leer el informe del revés y a insistir en la peligrosidad del Estado jomeinista. Los israelíes partidarios de emprender un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes tendrán ahora más dificultades para imponer sus puntos de vista belicistas.

La pelota de la seguridad internacional alrededor de Irán queda ahora en el tejado de la próxima presidencia, pues el informe retrasa la posibilidad de un programa nuclear militar a mitad de la próxima década. Entre las consecuencias de su publicación no es menor el efecto sobre la campaña electoral para las primarias tanto del Partido Demócrata como del Republicano. Prácticamente desaparecido del debate el tema de Irak, sobre el que muy pocos candidatos desean concentrar sus discusiones, la hipótesis del ataque a Irán era uno de los puntos de definición en política exterior, alrededor del cual se organizaba la continuidad del debate instalado en Estados Unidos y en el mundo desde el 11-S. Ahora, en cambio, ya sabemos que sobre las cenizas de la estrategia neocon es imprescindible elaborar una nueva forma de aproximarse a las amenazas que puedan significar estos regímenes autoritarios y populistas, dotados de reservas energéticas estratégicas. El informe nos dice que hay margen temporal para elaborar esta nueva estrategia, para elucidar si debe ser de contención, al modo como se hizo para frenar el expansionismo soviético al final de la II Guerra Mundial, o si este Irán sin zarpa nuclear debe ser incluido en un esquema diplomático como ya apuntó el informe Baker-Hamilton respecto a la salida del conflicto de Irak.

No faltarán quienes piensen que el reconocimiento del error cometido con Irak en 2002 por parte de la Comunidad de Inteligencia y de su evaluación incorrecta, aunque no dolosa, de 2005 sobre Irán significa un nuevo revés para la imagen de Estados Unidos en el mundo. Sucederá en Irán y quizás en Israel. También en los ambientes de la derecha más extrema. Pero es muy probable que el objetivo de la publicación de estas conclusiones del informe sea precisamente restaurar el honor vulnerado de los espías norteamericanos y ayudar a la futura Casa Blanca a hacer lo propio con su imagen internacional. Nada hubiera sido peor que atender a los iracundos llamamientos belicistas hasta atacar a Irán basándose en nuevas invenciones. El hombre puede tropezar dos veces en la misma piedra, pero los espías norteamericanos no.

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