Brown reducirá a la mitad en primavera los soldados desplegados en Irak

Londres promete proteger a los iraquíes que han trabajado al menos un año para sus fuerzas

Gordon Brown intentó ayer dar por cerrada la crisis política que él mismo ha creado en las últimas semanas al, primero, impulsar y, luego, descartar la convocatoria de elecciones anticipadas. Por la mañana ofreció su rueda de prensa mensual, en la que se ajustó al guión de las explicaciones que había dado en una entrevista a la BBC difundida la víspera. Por la tarde presentó su esperada declaración parlamentaria sobre Irak, en la que anunció que los 5.500 soldados británicos que estaban desplegados en septiembre pasado se reducirán a 2.500 la próxima primavera.

La estrategia de Brown de...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Gordon Brown intentó ayer dar por cerrada la crisis política que él mismo ha creado en las últimas semanas al, primero, impulsar y, luego, descartar la convocatoria de elecciones anticipadas. Por la mañana ofreció su rueda de prensa mensual, en la que se ajustó al guión de las explicaciones que había dado en una entrevista a la BBC difundida la víspera. Por la tarde presentó su esperada declaración parlamentaria sobre Irak, en la que anunció que los 5.500 soldados británicos que estaban desplegados en septiembre pasado se reducirán a 2.500 la próxima primavera.

Más información

La estrategia de Brown de ponerse manos a la obra para hacer olvidar la crisis de este fin de semana pareció dar resultado. Por la mañana se sometió a la habitual rueda de prensa mensual, convocada a toda prisa el domingo. El tema central iba a ser inevitablemente la polémica electoral, por lo que lo mejor era que ese mal trago ocurriera cuanto antes para dar paso luego a una febril actividad parlamentaria: ayer, Irak; hoy, las perspectivas presupuestarias del Gobierno laborista a 10 años vista.

El primer ministro no dijo nada que no hubiera dicho ya durante el fin de semana. Admitió que, efectivamente, algunos de sus colaboradores le plantearon la posibilidad de adelantar las elecciones a este otoño, cuando aún no se cumple la mitad de la legislatura, que oficialmente es de cinco años aunque en la práctica se reduce a menudo a cuatro. Y que, aunque su "primer instinto" era contrario a esa idea, su obligación era "tenerla en consideración". Brown insistió en que los sondeos negativos de los últimos días no influyeron en su decisión -algo muy, pero que muy difícil de creer- y aceptó que "quizás" tenía que haber tomado una decisión antes.

Luego se fue a los Comunes, donde intentó dar solemnidad a lo que hubiera sido una noticia si no la hubiera anunciado ya él mismo casi en su totalidad hace una semana en un viaje relámpago a Bagdad y Basora con el objetivo -comple-tamente fallido- de reventar el congreso de los conservadores: la reducción de las tropas británicas desplegadas en Irak.

Brown anunció entonces que la presencia británica en la zona pasará de los 5.500 soldados que había a principios de septiembre a 4.500 para Navidad. Ayer explicó en los Comunes que esa reducción se intensificará en los meses siguientes y que en primavera ya sólo habrá 2.500 soldados británicos en Irak. Una cifra vaticinada desde hace tiempo por numerosos expertos.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Manifestación en Londres

El anuncio del primer ministro fue bien recibido por la izquierda laborista y también por la oposición conservadora, que desde hace tiempo defiende que los británicos se retiren lo antes posible y con el beneplácito de las autoridades iraquíes. Menos satisfecha estaba la izquierda que va más allá del laborismo, que se manifestó frente a las puertas del Parlamento exigiendo la retirada total. La manifestación, organizada por la Coalición para Parar la Guerra, se llevó a cabo pese a que el Gobierno había intentado prohibirla en nombre de una ley de 1839 que garantiza a los diputados el paso por Westminster para llegar al Parlamento.

Gordon Brown anunció también la puesta en marcha de medidas para que el Reino Unido se haga responsable de los iraquíes que han trabajado para sus fuerzas y que se ven por ello amenazados de muerte. Es el caso, por ejemplo, de muchos traductores e intérpretes. El abandono que han sufrido tras dejar de trabajar con las tropas de la coalición desplegada en Irak ha sido expuesto a menudo por los medios británicos.

Pero las puertas del país no se abrirán de manera automática. "El personal actual que haya sido empleado por nosotros por más de 12 meses y que haya completado su trabajo, podrá presentar una solicitud para un paquete de pagos financieros para ayudarles a reinstalarse en Irak o en otro lugar o -cuando haya un acuerdo al respecto- para ser admitidos en el Reino Unido", explicó el primer ministro.

Un manifestante contra la guerra de Irak lleva una pancarta que pide "Parar la guerra", ayer en el centro de Londres.EFE

Archivado En