Cuando el bisturí da paso a la linterna

Los afectados respondieron con paciencia, aunque se vivieron momentos de tensión

-Perdón, ¿adónde tengo que ir para hacerme una analítica?

-Hoy va a ser imposible. Pregunte al final del pasillo. Pero vaya con cuidado, que está muy oscuro.

Con pequeñas variaciones, este breve diálogo se reprodujo mil veces ayer entre los pacientes y el personal sanitario del hospital Vall d'Hebron de Barcelona. El incendio en un circuito eléctrico que dejó sin luz a varios pabellones del centro truncó la rutina habitual de médicos, ciudadanos, enfermeras y personal administrativo. No hubo colapso y la mayoría de los afectados se armaron de paciencia y comprensión, aunque tambi...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

-Perdón, ¿adónde tengo que ir para hacerme una analítica?

-Hoy va a ser imposible. Pregunte al final del pasillo. Pero vaya con cuidado, que está muy oscuro.

Con pequeñas variaciones, este breve diálogo se reprodujo mil veces ayer entre los pacientes y el personal sanitario del hospital Vall d'Hebron de Barcelona. El incendio en un circuito eléctrico que dejó sin luz a varios pabellones del centro truncó la rutina habitual de médicos, ciudadanos, enfermeras y personal administrativo. No hubo colapso y la mayoría de los afectados se armaron de paciencia y comprensión, aunque también se vivieron escenas de nerviosismo. "Es la segunda vez que intentan operar a mi hermano del corazón. Debe de ser gafe, porque en mayo ya no pudo ser por otro apagón y en este mismo hospital. Es una vergüenza. Estoy preocupada porque está muy grave y han pospuesto la operación hasta el martes", protestaba Purificación Mellado a las puertas del centro.

Más información

La respuesta del personal del centro tras el apagón fue rápida y eficaz, por lo que no hubo que lamentar víctimas. Pero el incidente podría haberse convertido en tragedia. Durante la madrugada, en los pasillos del hospital se reprodujeron escenas muy delicadas. "Han tenido que trasladar a los pacientes de la UCI por las escaleras. Mientras dos enfermeros llevaban las camillas, otro tenía que insuflar oxígeno al paciente manualmente con una bomba de aire", explicó Cristina, una trabajadora del centro.

Pero en los exteriores del hospital fue un día de risas y corrillos improvisados. Grupos de enfermeras comentaban las últimas incidencias y los médicos daban largos paseos de un lado a otro de las instalaciones. El estrés de un día normal había dado paso a un ambiente relajado.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

"Ahora quiero que encendáis todos los ordenadores y trabajéis durante media hora como si fuera un día normal. Nos han conectado un generador provisional y hay que saber si soporta la carga de trabajo. Si no es así, nos vamos a casa", contaba una responsable del centro a los trabajadores del banco de sangre, inactivo durante toda la mañana.

Archivado En