Reportaje:64ª Mostra de Venecia

Bob Dylan, desdoblado

Todd Haynes fragmenta la biografía del cantante en seis personajes

I'm not there tiene mucho peligro. Es una película que abruma, irrita, impresiona, desconcierta. Cuando uno se aleja del cine y cree haberse librado de ella, muerde a traición en la nuca. La obra de Todd Haynes sobre las múltiples vidas de Bob Dylan (e, inevitablemente, sobre los tormentos del alma americana) es lo más fascinante, singular y difícil que se ha visto en la Mostra de Venecia. Cate Blanchett, una de las identidades dylanianas, irrumpe como candidata al Premio de Interpretación Femenina.

El viejo Bob Dylan mantiene un olfato agudísimo. Él, tan celoso de sus cosas, tan...

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I'm not there tiene mucho peligro. Es una película que abruma, irrita, impresiona, desconcierta. Cuando uno se aleja del cine y cree haberse librado de ella, muerde a traición en la nuca. La obra de Todd Haynes sobre las múltiples vidas de Bob Dylan (e, inevitablemente, sobre los tormentos del alma americana) es lo más fascinante, singular y difícil que se ha visto en la Mostra de Venecia. Cate Blanchett, una de las identidades dylanianas, irrumpe como candidata al Premio de Interpretación Femenina.

El viejo Bob Dylan mantiene un olfato agudísimo. Él, tan celoso de sus cosas, tan refractario a las entrevistas y a las biografías oficiales, confió desde el principio en el proyecto de Todd Haynes: un guión sobre la vida y la obra de Dylan en el que nunca se citaba a Dylan.

El artista no interfirió en nada, cedió sus canciones y permitió el uso de su imagen
Cate Blanchett irrumpe como candidata al premio de interpretación femenina

La idea gozaba de todas las características del disparate. Suponía desdoblar una vida en seis personajes distintos, ampliar el punto de vista para captar, además de al propio Dylan, los paisajes infinitos de su temática, y acabar retratando un fragmento de la historia estadounidense. Dylan bendijo los planes de Haynes, no interfirió en nada, cedió sus canciones y permitió el uso de su imagen en el cierre del filme, como diáfano nihil obstat. Debe estar feliz con el resultado.

Woody, un niño negro que recorre el país en trenes de mercancías con una guitarra a cuestas (Marcus Carl Franklin); Jack, un ídolo de la canción de protesta que se convierte en pastor protestante (Christian Bale); Robbie, un actor ambicioso y egoísta (Heath Ledger); Arthur Rimbaud, un poeta (Ben Whishaw); Jude, un judas que cambia la guitarra acústica por la eléctrica y consume drogas en cantidades industriales (Cate Blanchett), y Billy the Kid, una vieja leyenda del Lejano Oeste (Richard Gere), componen el caleidoscopio. Inútil explicar cómo encajan las piezas. Basta decir que, de una forma misteriosa, encajan.

Todd Haynes posee un enorme talento, cosa obvia desde Lejos del cielo, su anterior trabajo. Y suele alejarse de las vías directas para buscar caminos sugestivos, como se pudo comprobar en Superstar, una biografía de la cantante anoréxica Karen Carpenter interpretada por muñecas barbie. I'm not there (No estoy ahí), título extraído de una de las menos conocidas canciones de Dylan, supone una vuelta de tuerca en la experimentación del cineasta. El resultado, como ya se ha dicho, no se digiere al instante. La primera reacción de este corresponsal fue bastante pedestre: "A este tío se le ha ido la olla". Luego llegaron el primer mordisco en la memoria y la digestión, y algo que no era placer pero estaba, digamos, en los antípodas de la insatisfacción.

Aunque conocer la vida y milagros de Dylan ayuda a captar determinadas claves, no hay que ser fan para apreciar I'm not there. Los entusiastas del hijo del ferretero de Minnesota son, en realidad, quienes más se exponen, porque Dylan no sale especialmente bien parado. Tampoco es necesaria ninguna familiaridad con las canciones (originales o versioneadas) de la excelente banda sonora. Ni siquiera resulta obligatorio comprender qué significa Richard Gere rodeado de jirafas. Basta dejarse llevar y tener paciencia.

Sólo unas palabras sobre Cate Blanchett, el único Bob Dylan reconocible en la película. Blanchett encarna al Dylan andrógino, surrealista, impertinente, politoxicómano y eléctrico de 1966. Y es más Dylan que Dylan. Está estupenda.

Otras dos películas de concurso fueron proyectadas ayer. Lo dulce y lo amargo, del italiano Andrea Porporati, habla de la educación sentimental y profesional de un mafioso. Se trata de un producto modesto, redimido por ciertos rasgos de humor, perfectamente válido para rellenar cualquier hueco en una programación televisiva.

Bangbang wo aishen, del taiwanés Lee Kang Sheng, aspira a retratar las más oscuras depresiones de la juventud asiática. Entre sueños inducidos por la marihuana, sexo acrobático y grandes cantidades de comida, destaca una interesante lección sobre cómo cocinar, filetear y engullir un pez vivo. El director dice que la película habla de la peor época de su vida, y de un día negro en que, tentado por el suicidio, llamó al Teléfono de la Esperanza. Nadie respondió su llamada. Según se ve, ni siquiera la locutora del Teléfono de la Esperanza se atrevió a aguantarle.

Cate Blanchett, caracterizada como Bob Dylan en I'm not there .
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