Crónica:ESCAPADAS | Aramaio Valle de leyendas | Fin de semana

Valle de leyendas

Aramaio se presenta como terreno abonado para las leyendas, no cabe duda. Así lo aprecia el viajero, cuando descubre un valle inédito por la carretera de Legutiano, sin duda el mejor acceso para disfrutar de un enclave único, entre Guipuzkoa, Vizcaya y Álava, aunque administrativamente se encuentre vinculado a este territorio. Leyendas como la de aquel sacerdote cazador que, en el momento de la consagración, escuchó los ladridos del perro que había encontrado la liebre y prefirió acudir en su busca que terminar la eucaristia. Dicen que todavía anda por los montes siguiendo a su perro.

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Aramaio se presenta como terreno abonado para las leyendas, no cabe duda. Así lo aprecia el viajero, cuando descubre un valle inédito por la carretera de Legutiano, sin duda el mejor acceso para disfrutar de un enclave único, entre Guipuzkoa, Vizcaya y Álava, aunque administrativamente se encuentre vinculado a este territorio. Leyendas como la de aquel sacerdote cazador que, en el momento de la consagración, escuchó los ladridos del perro que había encontrado la liebre y prefirió acudir en su busca que terminar la eucaristia. Dicen que todavía anda por los montes siguiendo a su perro.

Aramaio nació como tierra de pastores y carboneros, de caseríos diseminados en barrios como Etxaguen, Olaeta o Gantzaga, sin olvidar el pequeño nucleo urbano de Ibarra, conocido como "la calle", centro neurálgico de un valle que tardó siglos en independizarse de los temidos señores de Barajuen, protagonistas de terroríficos relatos.

Su historia se halla plagada de sucesos violentos e injusticias de los señores de Barajuen

La historia del valle está plagada de sucesos violentos e injusticias a cargo de esta saga y, aunque los habitantes de Aramaio intentaron hacerles frente en ocasiones, siempre acababan perdiendo. Al señor de Barajuen, le debieron pleitesía durante muchos años, incluso después de superadas las guerras de banderizos, hasta principios del siglo XVII, cuando los vecinos de este valle en apariencia idílico se desprendieron por completo del yugo de aquel sátrapa, para poder trabajar las tierras en libertad. Cada familia en su caserío.

Porque otra cosa no, pero la visita a Aramaio supone el recorrido por sus barrios, para disfrute de la categoría de sus baserris. A la sombra de las cimas de Orixol, Izpizte, Murugain o Anboto, el recorrido confirma que el valle es más que propicio para las leyendas que animaban el comienzo de la visita. Así, son famosos los tesoros que albergan los alrededores del Orixol, en su mayor parte, pequeñas fortunas de los caseríos escondidas en tiempos de guerra. Logicamente, ninguno de aquellos ha aparecido, como tampoco apareció el cura Santacruz, héroe carlista, cuando le escondieron los vecinos de Gantzaga en una cueva, antes de ayudarle a huir a Francia.

En más de una ocasión, la tranquilidad del valle también contó con las incursiones de bandoleros, como aquellos que asaltaron a un carromatero que traía mercancias al pueblo a la altura de Marixeka. El incidente se recuerda porque llegó acompañado de un milagro. Cuenta que el cura de Uribarri, aquella noche, escuchó una voz en sueños que le decía "A Marixeka, rápido a Marixeka". Se levantó y acudió corriendo hasta el lugar y se encontró con que la Virgen del lugar tenía la cabeza girada hacia un lado, mirando hacia donde se encontraba el carretero moribundo. Los bandoleros le habían cortado el cuello y le dieron por muerto, siguió vivo hasta que llegó el cura y le dio la extrema unción. Así, murió de forma cristiana y ese es el milagro de la Virgen de Marixeka.

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Una vez animados por estas leyendas, la excursión por los barrios del valle toma otra intensidad: Cuando se aprecia la calidad del caserío Salturri de Azkoaga o el de Urdiña en Barajuen, con dos portadas de medio arco, que lo convierten en único. Además, en Etxaguen, hay un viejo molino que arreglaron hace unos años y que se puede visitar. Además, el caserío Uribarren, tiene una estructura y unos detalles arquitectónicos que no se ven en ninguna otra casa del valle. Se encuentra frente a la iglesia, y destaca por su arcos y ventanas, además de un pequeño puente que salva un regato y por el que se accede al templo.

El recorrido no podía obviar alguna excursión por la sierra de Aranjio, que une el valle principal de Aramaio, en el que se reparten los barrios citados, con el de Olaeta, más cercano a Otxandio, pero unido administrativamente a Araba. La sierra de Aranjio se presenta como una muralla caliza con hayedos en su inminete base y pastos y pinares en lo más bajo. Una de sus principales cumbres es Ipizte, de difícil acceso, pero que cuenta con bonitos paseos en sus alrededores, como la que llega a la denominada cueva de Santa Cruz, una oquedad famosa porque en ella se escondió el temible guerrillero carlista, desde la que se contempla todo el valle de Aramaio.

El barrio de Gantzaga

Cómo llegar: Aramaio se encuentra al norte de Álava. Desde Vitoria, hay que salir por la N-240 para, a la altura de Legutiano, desviarse para acceder al valle por la A-2620.

Alojamiento: En el barrio de Olaeta, Etxebarri (945 450123 / 676 947523), en Untzilla, Uxarte (945 445146) y, en Gantzaga, Muru (945 445365 / 619 517708).

Comer: Además de la popular sidrería Iturrieta, en el barrio de Arraga (945 44 53 85), se puede acudir a los restaurantes Goikoetxea (945 45 01 71) y Obena (945 46 14 73), en Oleta, al Dukiena (945 445086) en Azkoaga, al asaldor Añai (945 445101) en Ibarra, o al Unzueta (945 445095) en Zabola.

Actividades: Un buen ejemplo de lo que son los barrios de Aramaio lo puede ofrecer Gantzaga, apenas una docena de caseríos en su núcleo principal, que cuenta con por lo menos 500 años de antigüedad. Su iglesia parroquial es la única del valle que no tiene ni espadaña ni torre, y se levantó a comienzos del siglo XVI sobre roca viva, que también se utiliza en alguna zona como pavimento.

Desde Gantzaga también se puede acceder a Ipizte y, antes, al paraje de Ipiztikoarriaga, altiplano entre Ipizte y Belamendi. A la vera del camino que lo cruza en dirección a Vizcaya, se levanta una estela de piedra, sin ninguna inscripición, que recuerda la muerte violenta de un obispo en las inmediaciones, según recoge la leyenda, que cuenta con distintas versiones, pero en las que subyace la idea de que el prelado (procedente de Calahorra o de Armentia, en esto tampoco se ponen de acuerdo las crónicas) murió a manos de vecinos de Vizcaya ante su pretensión de reducir los fueros del territorio.

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