Reportaje:

El oligarca favorito del Kremlin

El magnate Oleg Deripaska se convierte en la primera fortuna de Rusia gracias a su incondicional lealtad al presidente, Vladímir Putin

Román Abramóvich, el dueño del club de fútbol Chelsea, ya no es el hombre más rico de Rusia y está siendo desbancado como oligarca favorito del Kremlin. La nueva estrella es Oleg Deripaska, el rey del aluminio, de 39 años, que, además de ser el primer productor mundial de este metal (gracias al control de la empresa US Rusal), despliega una exuberante actividad en campos que van desde la construcción hasta la industria del automóvil, pasando por la energía, el transporte aéreo, la industria forestal y los seguros. Por sus manifestaciones de fidelidad al Kremlin, el magnate es considerado hoy c...

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Román Abramóvich, el dueño del club de fútbol Chelsea, ya no es el hombre más rico de Rusia y está siendo desbancado como oligarca favorito del Kremlin. La nueva estrella es Oleg Deripaska, el rey del aluminio, de 39 años, que, además de ser el primer productor mundial de este metal (gracias al control de la empresa US Rusal), despliega una exuberante actividad en campos que van desde la construcción hasta la industria del automóvil, pasando por la energía, el transporte aéreo, la industria forestal y los seguros. Por sus manifestaciones de fidelidad al Kremlin, el magnate es considerado hoy como un prototipo del multimillonario que goza del beneplácito de las autoridades rusas.

El empresario posee una fortuna de 15.500 millones de euros, según la prensa local
El 'rey del aluminio' pertenece al círculo íntimo del ex presidente Yeltsin

Para el semanario ruso Finance, Deripaska es ya la primera fortuna de Rusia (15.500 millones de euros), y todo indica que la revista Forbes lo revalorizará cuando realice su nuevo listado de los multimillonarios rusos, en sustitución del actual, donde ocupa el segundo lugar (12.300 millones de euros), por debajo de Abramóvich (14.200 millones).

La experiencia del gran empresariado ruso durante la presidencia de Vladímir Putin muestra que estar a bien con el Kremlin significa tener oportunidades de negocio selectas, pero también asumir tareas y encargos en nombre de un Estado cuyos máximos representantes realizan una selectiva política de aupar a unos empresarios y marginar a otros.

Actualmente, Deripaska se dispone a comprar la compañía petrolera Russneft, la séptima de Rusia (con beneficios anuales cercanos a los 7.300 millones de euros), por una cantidad que oscila, según diversas fuentes, entre los 2.200 millones y los 4.400 millones de euros. La compra podría verse como un negocio más, si no fuera por el mensaje de despedida que Mijaíl Gutseríev, el fundador y propietario de Russneft, dirigió a sus empleados. En él, Gutseríev acusaba a las autoridades de obligarle a desprenderse de la compañía que él fundó en 2002, prácticamente de la nada, y que ahora produce cerca de 17 millones de toneladas de crudo anuales. El empresario afirmaba que intentaron convencerle de que vendiera "por las buenas" y, cuando esto no dio resultado, recurrieron a un "ataque en todos los frentes"; a saber, inspecciones fiscales, investigaciones policiales y procesos penales; en resumen, los mismos métodos que han obligado a otras compañías del sector energético a compartir sus negocios con consorcios estatales, y que llevaron a la cárcel y a la ruina a Mijaíl Jodorkovski, el ex presidente de Yukos.

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Formalmente, el comprador de Russneft no es el Estado, pero es como si lo fuera, a juzgar por la disposición de Deripaska de sacrificar su negocio en el altar de la Patria. "Si el Estado me dice que debemos entregarlo, lo entregaremos. Yo no me distancio del Estado. No tengo otros intereses", afirmó Deripaska al diario Financial Times. Y agregaba que se sentía como alguien "con suerte" a quien la riqueza le hubiera "caído del cielo".

Los analistas rusos discrepan sobre los motivos que han impulsado al oligarca a hacer alarde de generosidad. En lo que sí parecen coincidir es que este hombre, que fue socio de Abramóvich, no tiene nada que temer del Kremlin, a diferencia de otros magnates con ideas propias sobre la política. Deripaska fue el gran triunfador de las encarnizadas guerras por la privatización del sector aluminio que se disputaron en la década de los noventa del pasado siglo. UC Rusal (El Aluminio Ruso), creada en marzo pasado como producto de una fusión de gigantes, se dispone a salir a Bolsa este otoño, una operación por la que Deripaska espera obtener 6.600 millones de euros.

El magnate, que se crió en la región de Krasnodar, en el sur de Rusia, pertenece a la familia del primer presidente de Rusia, Borís Yeltsin. Está casado con Polina, hija del primer matrimonio del periodista Valentin Yumáshev, ex jefe de la Administración presidencial y esposo de Tania, la hija de Yeltsin.

El grupo empresarial de Deripaska, Basic Element (Bazel), da trabajo a 240.000 personas y tuvo un giro comercial de 13.160 millones de euros en 2006. Entre sus muchos negocios está Aeropuertos del Sur, en el que se integran cuatro aeropuertos privatizados por los que pasaron un total de 3,5 millones de pasajeros en 2006 y que incluye el aeropuerto de Sochi, la principal localidad turística de Rusia y futura sede de los Olímpicos de Invierno de 2014.

Bazel ha comprado participaciones en constructoras europeas, como el 30% de la austriaca Strabag y el 10% de la alemana Hochtief, y todo indica que se dispone a jugar fuerte en los grandes proyectos para el desarrollo de la zona meridional de Rusia y de Sochi. El magnate, que controla la fábrica de automóviles GAZ, en el Volga, se interesa, según la prensa alemana, por posibles inversiones en Jaguar y Land Rover. Como Abramóvich, Deripaska tiene también residencia en Londres, en concreto una mansión en un barrio de lujo que le costó 25 millones de libras esterlinas en 2004.

Oleg Deripaska, durante una conferencia en el Foro Económico de Davos, Suiza, en enero de este año.BLOOMBERG

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