El adiós de Tony Blair

Bush pone el futuro Estado palestino en manos de Blair

El ex primer ministro británico es el nuevo emisario del Cuarteto para Oriente Próximo

Los principales promotores de la guerra de Irak comenzaron ayer, por muy paradójico que suene, la gigantesca misión de hacer la paz entre israelíes y palestinos. Puede, efectivamente, que no sean los candidatos con mejores credenciales en la zona, pero lo cierto es que Tony Blair, apoyado sin matices por el presidente estadounidense, George W. Bush, pasó instantes después de dejar su cargo de primer ministro británico a ejercer el de emisario especial para Oriente Próximo del llamado Cuarteto (Estados Unidos, Rusia, Unión Europea y Naciones Unidas).

Tanto Estados Unidos como el flamante...

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Los principales promotores de la guerra de Irak comenzaron ayer, por muy paradójico que suene, la gigantesca misión de hacer la paz entre israelíes y palestinos. Puede, efectivamente, que no sean los candidatos con mejores credenciales en la zona, pero lo cierto es que Tony Blair, apoyado sin matices por el presidente estadounidense, George W. Bush, pasó instantes después de dejar su cargo de primer ministro británico a ejercer el de emisario especial para Oriente Próximo del llamado Cuarteto (Estados Unidos, Rusia, Unión Europea y Naciones Unidas).

Tanto Estados Unidos como el flamante emisario confirmaron ayer que la labor principal de Blair será la de ayudar a construir instituciones palestinas, económicas y políticas, lo suficientemente robustas como para servir de base de un futuro Estado palestino. La Casa Blanca ha dejado claro que la separación física y política entre Hamás y el Gobierno moderado de Abu Abbas es la oportunidad idónea para impulsar las negociaciones sobre un Estado palestino.

El comunicado del Cuarteto en el que se ratificó el nombramiento de Blair, emitido ayer por la ONU, precisa que el político británico intentará "movilizar la asistencia internacional a los palestinos y elaborar planes para promover el desarrollo económico", así como buscar "ayuda internacional para las instituciones de Gobierno palestinas, concentrándose en la consolidación del imperio de la ley".

Bush aprovechó ayer un discurso ante dirigentes de la comunidad islámica norteamericana para comunicar, como gesto de buena voluntad, que por primera vez Estados Unidos tendrá un representante ante la Conferencia de Países Islámicos y para prometer que su Gobierno "trabajará para que un día una Palestina democrática viva en paz al lado de Israel".

En su última aparición ante el Parlamento británico como primer ministro, Blair aseguró también ayer que "la absoluta prioridad es intentar llevar a efecto lo que actualmente es un consenso entre la comunidad internacional, que el único camino para llevar una paz estable a Oriente Próximo es una solución de dos Estados (Israel y Palestina)". La idea de una ofensiva diplomática en la región surgió en Washington tratando de hacer de la necesidad virtud. Después de meses de parálisis y con la influencia norteamericana en la región menguada debido a la guerra de Irak, EE UU observó la revuelta de Hamás como una ocasión única para poner en marcha una nueva estrategia.

Funcionarios norteamericanos explicaron que ésta es la primera vez en que Abbas y los palestinos moderados pueden asumir compromisos significativos con Israel sin miedo a la reacción de Hamás, convertido ya en enemigo declarado. El silencio del Gobierno palestino ayer tras la muerte de 12 personas en Gaza en un ataque israelí parece darles la razón a los estrategas estadounidenses.

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Bush se reunió la pasada semana en la Casa Blanca con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, para comunicarle su decisión de impulsar negociaciones sobre un Estado palestino y solicitarle concesiones políticas para fortalecer el Gobierno de Abbas. Olmert accedió a algunas de esas concesiones, una de ellas, la liberación de más de un centenar de presos palestinos, fue anunciada esta misma semana en el primer encuentro en Egipto entre Olmert y Abbas tras la separación de Hamas.

En medio de esta estrategia se cruzó la posibilidad de que una personalidad de la talla de Blair, y al mismo tiempo de total confianza de Bush, se quedaba sin trabajo. Bush confía en Blair más que en ningún otro político, incluido su propio país y su propio partido. El portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, se refirió ayer a Blair como "un líder que alcanzará resonancia histórica". Después de una primera conversación telefónica con Blair, Bush envió la pasada semana a Londres al secretario de Estado adjunto para Oriente Próximo, David Welch, para ultimar los detalles sobre el nombramiento y el carácter de la misión.

EE UU no estaba satisfecho del trabajo hecho por el anterior emisario del Cuarteto, James Wolfensohn, y no creía que la labor en la región del responsable de la política exterior de la UE, Javier Solana, fuera suficiente. Washington quería a alguien a quien no se pudiera ignorar, y pocas personas de esa categoría en el panorama político internacional como Tony Blair.

Tony y Cherie Blair, al llegar a Downing Street en mayo de 1997.REUTERS
Blair, tras su homólogo irlandés, Bertie Ahern, y con los dirigentes del nuevo Gobierno de unidad que puso fin al conflicto del Ulster en mayo pasado.AP
La foto de las Azores. Blair, Bush y Aznar en marzo de 2003.REUTERS

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