Recordar en pequeñas dosis

NO ES el típico libro sobre la movida que se pueda vender como el musical de Mecano, tampoco se puede encasillar como un texto memorístico o como el relato de un roquero que cuenta sus aventuras en la carretera. Al contrario, todos esos lugares comunes jugaban en contra de Víctor Coyote a la hora de contar su visión de la época. El músico mezcla realidad y ficción en Cruce de Perras y otros relatos de los 80. "No se trata de un ejercicio de memoria, no quería contar cosas que me hubieran pasado, pero sí escribir un libro que funcionase desde el punto de vista literario".

El libro...

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NO ES el típico libro sobre la movida que se pueda vender como el musical de Mecano, tampoco se puede encasillar como un texto memorístico o como el relato de un roquero que cuenta sus aventuras en la carretera. Al contrario, todos esos lugares comunes jugaban en contra de Víctor Coyote a la hora de contar su visión de la época. El músico mezcla realidad y ficción en Cruce de Perras y otros relatos de los 80. "No se trata de un ejercicio de memoria, no quería contar cosas que me hubieran pasado, pero sí escribir un libro que funcionase desde el punto de vista literario".

El libro reúne 15 historias y 9 microrrelatos (http://www.crucedeperras.com), ilustrados con sus propios dibujos. A media que lo necesitó se acercaba o alejaba de la realidad. En ese terreno abonado para la imaginación descubrió que cuando uno se mete en la mente de otra persona "siempre miente", pero la historia puede funcionar. Así encontró la fórmula para describir a un personaje como Poch y narrar la enfermedad que acabó con la vida del cantante de Derribos Arias, sin resultar patético. Arropado por el mismo punto de vista, se atrevió con una historia de amor con Alaska o cómo cayó fascinado por el brillo que desprendía Eduardo Benavente, líder de Parálisis Permanente, cuando entró de madrugada en el bar Silver en busca de tabaco. No faltan tampoco los escritos en primera persona por Víctor ¡el de los Coyotes! donde se pone a parir a sí mismo. "En mi patetismo puedo reírme de todo", concluye el músico que en ningún caso pretendía seducir a los nostálgicos. La edición del libro se acompañó de unas chapas con la consigna: "0,2% de nostalgia".

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