Ingenierías

El Gobierno ha mandado al Consejo de Coordinación Universitaria un documento en el que plantea una reforma de las enseñanzas, para la homologación de las carreras con el resto de los países de la UE, que implicaría la desaparición de las 10 ingenierías superiores tal y como están concebidas actualmente. Estos estudios están planteados en la actualidad en cinco cursos, mientras que las ingenierías técnicas, en tres. El Gobierno propone en el texto que sólo haya una carrera de grado de cada rama de ingeniería (como Telecomunicaciones, Aeronáuticos o Caminos), de cuatro años.

Los ingeniero...

El Gobierno ha mandado al Consejo de Coordinación Universitaria un documento en el que plantea una reforma de las enseñanzas, para la homologación de las carreras con el resto de los países de la UE, que implicaría la desaparición de las 10 ingenierías superiores tal y como están concebidas actualmente. Estos estudios están planteados en la actualidad en cinco cursos, mientras que las ingenierías técnicas, en tres. El Gobierno propone en el texto que sólo haya una carrera de grado de cada rama de ingeniería (como Telecomunicaciones, Aeronáuticos o Caminos), de cuatro años.

Los ingenieros superiores han pedido la paralización del proyecto argumentando que la formación que se da en una ingeniería superior y en una técnica de la misma especialidad conduce a profesiones distintas para las que hacen falta conocimientos diferentes. Por su parte, los ingenieros técnicos consideran razonable el proyecto. Dado que el objetivo principal de esta reforma es la creación del espacio europeo de educación superior, el cambio de las titulaciones debe hacerse, en primer lugar, buscando su homologación con los principales países europeos.

El enfrentamiento entre los colectivos de ingenieros técnicos y superiores por las atribuciones profesionales de sus respectivos colectivos no debería primar a la hora de tomar decisiones. El Gobierno debería separar el debate sobre la reforma de los títulos del de las profesiones. El nuevo currículo de las ingenierías debe diseñarse simplemente con la intención de que otorgue competencias para las profesiones que ya están claramente definidas.

En cualquier caso, lo que parece más razonable es que el Gobierno estudie por separado las competencias académicas de cada tipo de ingeniería, de acuerdo con los colectivos afectados, para buscar la estructura que mejor se adapte a sus futuras necesidades laborales, y sin tener miedo a los cambios académicos, siempre que sean razonables y encajen con la formación real que necesiten esos estudiantes en el futuro para cada tipo de trabajo.