Reportaje:El futuro del gigante asiático

China se privatiza

El Partido Comunista Chino aprueba la propiedad privada después de 14 años de debates

Muchos chinos recuerdan aún cuando para comprar un reloj había que cursar una petición y esperar durante meses. Y el tiempo en el que el sueño de un ciudadano era poder adquirir una bicicleta. Hoy el objetivo de la creciente clase media es tener un coche y una vivienda propios. Casi tres décadas después de que Deng Xiaoping lanzara las reformas económicas, el país está inmerso en un proceso de transformación sin precedentes en la historia, que ayer recibió un nuevo impulso. La Asamblea Popular Nacional aprobó la primera ley de propiedad privada desde la fundación de la República Popular China,...

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Muchos chinos recuerdan aún cuando para comprar un reloj había que cursar una petición y esperar durante meses. Y el tiempo en el que el sueño de un ciudadano era poder adquirir una bicicleta. Hoy el objetivo de la creciente clase media es tener un coche y una vivienda propios. Casi tres décadas después de que Deng Xiaoping lanzara las reformas económicas, el país está inmerso en un proceso de transformación sin precedentes en la historia, que ayer recibió un nuevo impulso. La Asamblea Popular Nacional aprobó la primera ley de propiedad privada desde la fundación de la República Popular China, en 1949, y desmontó uno de los pilares del comunismo. La aprobación de la ley llega 14 años después de que fuera discutida por primera vez.

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La ley -que ha estado rodeada de polémica- ofrece la misma protección a la propiedad privada y la pública, en lo que supone un reconocimiento del papel que ha jugado el sector privado en las reformas. Permitirá a los ciudadanos poseer y vender activos, como los pisos, respaldados por una legislación, y definirá claramente conceptos como patrimonio personal. El suelo, no obstante, seguirá estando en manos del Estado. Hasta ahora los dueños vendían el derecho de uso de la propiedad y del suelo -que está limitado a 70 años- en un vacío legal.

La iniciativa, que implementa una reforma constitucional llevada a cabo en 2004, en la que se legalizó la propiedad particular, protegerá también mejor los derechos de los campesinos, ya que requiere que se les pague el precio de mercado cuando tengan que ceder sus tierras. Los abusos en las expropiaciones son una de las fuentes de protestas más frecuentes en China.

La legislación supone igualmente un espaldarazo a la pujante clase media. Si en 1985, el 99,3% de las familias urbanas podían ser calificadas de pobres, en 2005 la cifra bajó al 77,3%, según la consultora McKinsey. Y si hace dos décadas, la clase media era inexistente, en 2005 representaba el 22% de la población: el 12,6% en el caso de la clase media baja (aquella cuyas familias tienen unos ingresos anuales entre 2.500 y 4.000 euros), y el 9,4% en el de la clase media alta (ingresos entre 4.000 y 10.000 euros). La población urbana representa un tercio del total del país (1.300 millones de personas), y sus ingresos per cápita son más de tres veces superiores a los de la rural.

Desigualdad

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Académicos e influyentes funcionarios comunistas jubilados se han opuesto rotundamente a la ley. La han calificado de amenaza para la primacía que debe jugar el Estado en la sociedad y de vehículo para la privatización desenfrenada, que no hará más que aumentar las cada vez mayores desigualdades sociales. Li Chengrui, ex responsable de la Oficina Nacional de Estadísticas, ha sido uno de quienes ha atacado el proyecto, porque, asegura, permitirá legalizar la apropiación indebida de activos públicos e impulsará la desigualdad, según ha publicado el diario de Hong Kong Ming Pao.

Los diputados aprobaron también la ley que unificará el impuesto de sociedades para las compañías extranjeras y las chinas en el 25%. Las primeras pagaban hasta ahora una media del 15%, y las segundas un 33%.

Poco después de concluir la sesión anual del Parlamento, el primer ministro, Wen Jiabao, dio su única rueda de prensa del año, un acto perfectamente orquestado en el que las preguntas se van sucediendo para abordar los temas clave. Wen recordó la necesidad de prestar más atención a las clases más desfavorecidas. "Las prioridades ahora son promover la igualdad de oportunidades en la educación, adoptar políticas de empleo progresivas, reducir la brecha de ingresos, y construir una red de seguridad social que cubra tanto las ciudades como el campo". Porque, según dijo, citando al filósofo estadounidense John Rawls, "la velocidad de una flota no la determina la nave más rápida, sino la más lenta". El dirigente también atacó la corrupción, que, según señaló, se debe a la "concentración de poder sin el necesario control". Y prometió llevar a los funcionarios corruptos ante la justicia, "por muy de alto rango que sean".

Wen afirmó que el Gobierno prestará más atención a la calidad de las salidas a Bolsa y a la gestión de los mercados de capitales, que laten bajo el temor de la existencia de una burbuja.

Preguntado sobre cuándo llegará la democracia a China, respondió que el país seguirá la marcha hacia su propio tipo de democracia socialista. "La democracia, el gobierno de la ley, la libertad, los derechos humanos, la igualdad y la fraternidad no pertenecen sólo al capitalismo. Son valores a los que aspira toda la humanidad". Pero insistió en que hará falta "mucho tiempo" para esos cambios. Y para ilustrar los esfuerzos del Gobierno para elevar el nivel de vida de la población, acudió a Ai Qing, un poeta moderno chino: "Si me preguntas qué es la felicidad, te diré que es un prado en flor, o un río que ha dejado de estar congelado".

El director de una banda militar se dispone a dirigir el himno nacional en la ceremonia de clausura de la Asamblea Popular Nacional, ayer en Pekín.REUTERS
EL PAÍS

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