Reportaje:

No era la cadera rota

Cirujanos de una clínica madrileña abren por error la articulación sana de una mujer de 91

A sus 91 años, con un avanzado Alzheimer y sin la dentadura postiza que hace inteligibles sus palabras, Catalina Pérez fue llevada a un quirófano de la Clínica Moncloa el pasado 4 de enero. Cinco días antes, se había caído en la calle y sufría una fractura de la cadera izquierda. Unos minutos más tarde, con Catalina ya anestesiada, un bisturí abrió una incisión en su ingle, primer paso para la implantación de una prótesis. Al retirar la piel, sin embargo, los médicos se toparon con una sorpresa: la cadera estaba en perfectas condiciones.

"Se equivocaron de cadera. Tenían que abrir la iz...

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A sus 91 años, con un avanzado Alzheimer y sin la dentadura postiza que hace inteligibles sus palabras, Catalina Pérez fue llevada a un quirófano de la Clínica Moncloa el pasado 4 de enero. Cinco días antes, se había caído en la calle y sufría una fractura de la cadera izquierda. Unos minutos más tarde, con Catalina ya anestesiada, un bisturí abrió una incisión en su ingle, primer paso para la implantación de una prótesis. Al retirar la piel, sin embargo, los médicos se toparon con una sorpresa: la cadera estaba en perfectas condiciones.

"Se equivocaron de cadera. Tenían que abrir la izquierda y le abrieron la derecha", explica su nieta Esther. Catalina es viuda y tiene tres hijos y seis nietos. Casi todos ellos esperaban al otro lado de la puerta del quirófano y escucharon asombrados cómo los médicos, al salir del quirófano, les decían: "Su madre habla muy bien, tan bien que nos ha confundido a todos y nos ha dicho que era la otra cadera".

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"¡Pero si casi no se la entiende cuando habla! ¡Y mucho menos sin la dentadura postiza!", exclama, indignada, su nieta. "Supongo que es la única excusa que encontraron. Muy mala, por cierto", añade Esther.

Los médicos supieron reaccionar a tiempo y, tras suturar la incisión innecesaria, operaron a Catalina de la cadera realmente fracturada. Hoy la mujer sigue las sesiones de rehabilitación y ya ha empezado a andar. La Clínica Moncloa se aferra a este hecho para quitar importancia al caso, pese a lo que ha abierto una investigación interna para averiguar lo ocurrido.

"Lo importante es que la paciente no ha sufrido ningún daño", destaca un portavoz de la clínica. "Estamos investigando lo ocurrido porque la familia ha presentado una reclamación. Aún no hemos terminado y no podemos concluir si la incisión en la cadera derecha fue un error o pretendía obtener un injerto de tejido sano", matizó.

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La familia niega esta última posibilidad: "Ningún médico nos habló de obtener un injerto ni nos informó de ello. Sólo dijeron que se habían confundido por culpa de mi abuela. Esto es otra excusa".

Clínica y familia también discrepan sobre las consecuencias que el caso tuvo para Catalina. La familia habla de "un buen corte, con 14 grapas". "En una cadera vale, pero imagínate las molestias que causa en una persona mayor tener las dos caderas abiertas y cosidas". El portavoz de la clínica, en cambio, dice que se trata de "un pequeño corte en una zona en la que apenas hay músculo y donde lo único realmente afectado es la piel". Sí coinciden ambas partes en que la evolución de Catalina es satisfactoria, que sigue a buen ritmo la rehabilitación y que poco a poco recupera la movilidad. "Aunque yo la veo un poco peor del Alzheimer, como más confundida", cuenta su nieta.

La familia está decidida a llevar el caso a los tribunales por lo que considera una clara negligencia de los médicos de la Clínica Moncloa. Por ello, se ha puesto en contacto con la Asociación El Defensor del Paciente (Adepa), que ya ha puesto a trabajar a sus servicios jurídicos. Mañana tienen previsto reunirse con Carlos Sardinero, uno de los abogados de Adepa.

Desde la asociación mostraban ayer su enfado con lo ocurrido. "Lo peor es el poco respeto que muestran algunos médicos con sus pacientes", dijo Carmen Flores, responsable de Adepa.

"Esta paciente entra en la clínica el día 30 de diciembre y no la operan hasta el 4 de enero. Tienen cinco días para hacerle todas las pruebas y radiografías necesarias. Y al final, se supone, los médicos van al quirófano sin un papel o placa que les muestre qué cadera es la que deben operar. Lo más indignante es que, tras darse cuenta del error y provocar molestias y dolores a la paciente, los médicos son incapaces de admitirlo y sólo se les ocurre echarle la culpa a la paciente. ¡Una mujer de 91 años, con Alzheimer y sin su dentadura postiza!", clama Carmen Flores.

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