Crítica:EQUIPAJE DE BOLSILLO

Céline no hablaba en vano

Que la obra de Louis-Ferdinand Céline sea difícil de tragar no quiere decir que sea difícil de leer. Ése, el de la dificultad, es uno de los mitos asociados siempre, como por resorte, a una escritura vacía de obstáculos pero llena de trampas mortales. Más que impenetrable, el estilo de Céline -de civil, Louis-Ferdinand Auguste Destouche (1894-1961)- es inhóspito, sangrante y directo. Elevado y rastrero al mismo tiempo. Gran revolucionario, con Proust, de las letras francesas del siglo XX, en el fondo su obra contiene la autopsia de ese siglo. Pero, a diferencia de los amantes de envolver con p...

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Que la obra de Louis-Ferdinand Céline sea difícil de tragar no quiere decir que sea difícil de leer. Ése, el de la dificultad, es uno de los mitos asociados siempre, como por resorte, a una escritura vacía de obstáculos pero llena de trampas mortales. Más que impenetrable, el estilo de Céline -de civil, Louis-Ferdinand Auguste Destouche (1894-1961)- es inhóspito, sangrante y directo. Elevado y rastrero al mismo tiempo. Gran revolucionario, con Proust, de las letras francesas del siglo XX, en el fondo su obra contiene la autopsia de ese siglo. Pero, a diferencia de los amantes de envolver con precinto narrativo una tesis filosófica (digamos Thomas Mann), el autor francés pone sobre la mesa su propio cadáver. De ahí la sensación de brutal cercanía que produce la prosa de un escritor que, sin novelería, convirtió su biografía en novela. Y la suya es la novela de alguien al que sus padres envían a Alemania e Inglaterra para que aprenda las lenguas del comercio y que, con los años, termina ejerciendo la medicina después de ser herido para siempre en la I Guerra Mundial, trabajar en el África colonial y viajar a Estados Unidos. En 1931 publicó su primera obra, Viaje al fin de la noche. Allí estaba, ya entero, el hombre desencantado que escribía con cuchillo y con los sentimientos bajo llave y bajo cero. Y ésa es su gran virtud, porque en Céline, un grado centígrado pone a hervir el agua. A aquel viaje siguieron, entre otros, una particular novela de antiformación (Muerte a crédito) y un paseo por la corte londinense de los milagros sin esperanza (Guignol's band). Los padecimientos de la II Guerra Mundial, los panfletos antisemitas del escritor y su reclusión en Dinamarca, acusado de colaboracionismo, dieron lugar a títulos como Fantasía para otra ocasión y Cartas de la cárcel. Para bien y para mal, Céline nunca habló en vano.

Louis-Ferdinand Céline. Muerte a crédito / Guignol's band / Fantasía para otra ocasión / Cartas de la cárcel. Prólogo de Constantino Bértolo. Traducción de Carlos Manzano. Debolsillo. Barcelona, 2006. Entre 450 y 798 páginas. Entre 9,50 y 9,95 euros.

Louis-Ferdinand Céline visto por Tullio Pericoli.

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