El Macba exhibe el mundo mágico de Janet Cardiff y Bures Miller

Escuchar una misteriosa conversación desde un teléfono antiguo, asistir a una sorprendente proyección cinematográfica, curiosear entre los efectos personales de dos científicos desaparecidos. Son algunas de las insólitas acciones que se requieren a los visitantes de The killing machine y otras historias, la exposición de los artistas canadienses Janet Cardiff & George Bures Miller, abierta en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), hasta el 1 de mayo. La exhibición, que se compone de 10 instalaciones, realizadas a lo largo de la última década, involucra al espectador en un ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Escuchar una misteriosa conversación desde un teléfono antiguo, asistir a una sorprendente proyección cinematográfica, curiosear entre los efectos personales de dos científicos desaparecidos. Son algunas de las insólitas acciones que se requieren a los visitantes de The killing machine y otras historias, la exposición de los artistas canadienses Janet Cardiff & George Bures Miller, abierta en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), hasta el 1 de mayo. La exhibición, que se compone de 10 instalaciones, realizadas a lo largo de la última década, involucra al espectador en un mundo fantasmagórico, donde realidad y ficción, ciencia y magia, atracción y repulsión, se mezclan en una narración que cada visitante debe completar según su voluntad y capacidad de imaginación.

Cardiff y Bures crean obras de difícil clasificación, capaces de reconciliar al público con un arte contemporáneo que, sin renunciar a la profundidad conceptual, consigue entretener y fascinar. En The dark pool el visitante, convertido en un detective de novela negra de los años treinta, puede seguir las huellas de dos misteriosos científicos, o artistas, en el ambiente abigarrado y aparentemente caótico de su estudio. En la penumbra, entre objetos de todo tipo, montones de libros, vestidos, tazas con restos de café, viejos aparatos y otros efectos personales, abandonados en la que se intuye una salida precipitada, se oculta un sistema de sensores que, al paso del visitante, activa hasta 25 bandas sonoras distintas, música y fragmentos de diálogos, que contribuyen a crear una experiencia casi irreal.

Historias escondidas

Cada pieza encierra una historia, empezando por la que da título a la exposición y que se estrena en esta ocasión, The killing machine, una reflexión -irónica y amarga al mismo tiempo- sobre la pena de muerte, que se materializa en una silla de dentista con dos brazos robóticos, como de un androide posatómico. "El espectador tiene que apretar un botón para iniciar su experiencia y poner en marcha una máquina de matar que, en algún momento de su historia imaginaria, ha torturado una víctima indefensa", indicó Bartomeu Marí, comisario de la muestra, coproducida con el Institut Mathildenhöhe de Darmstadt (Alemania), donde se exhibirá en el verano.

Más allá del extraordinario impacto visual, todas las piezas se caracterizan por un original uso del sonido, que permite a los artistas crear atmósferas a veces divertidas y otras inquietantes, así como estar constantemente presentes, aunque no de forma autobiográfica ni autoreferencial. El recorrido se concluye en la Capella dels Àngels, donde se encuentra la única escultura sonora propiamente dicha de la muestra. Forty part motet es una pieza coral del siglo XVI, cantada por un coro de 40 voces, emitidas por otros tantos altoparlantes, que resultan asombrosamente humanizados por la propia fuerza e intensidad del sonido.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En