Columna

En busca del 'acta indigna'

Detrás de la guerra de las manifestaciones que se ha desarrollado en las últimas horas tanto en Madrid como en Euskadi, en los mentideros circula una historia que ya había cruzado el firmamento español en el verano de 2006. Se podría titular En busca del acta indigna.

En julio pasado, en efecto, el diario Gara, cuando la banda terrorista ETA ya advertía sobre el peligro de pudrición del llamado proceso de paz, informó de que "el Gobierno español y ETA cerraron en febrero [de 2006] un acuerdo con compromisos y garantías", del cual se derivó, según el diario, "...

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Detrás de la guerra de las manifestaciones que se ha desarrollado en las últimas horas tanto en Madrid como en Euskadi, en los mentideros circula una historia que ya había cruzado el firmamento español en el verano de 2006. Se podría titular En busca del acta indigna.

En julio pasado, en efecto, el diario Gara, cuando la banda terrorista ETA ya advertía sobre el peligro de pudrición del llamado proceso de paz, informó de que "el Gobierno español y ETA cerraron en febrero [de 2006] un acuerdo con compromisos y garantías", del cual se derivó, según el diario, "el alto el fuego permanente del 22 de marzo de 2006".

Según Gara, el Gobierno se habría comprometido a no efectuar detenciones y a "propiciar igualdad de condiciones para todos en la vida política". Añadía que el Gobierno también habría aceptado "que respetaría las decisiones que sobre su futuro adopten libremente los ciudadanos vascos".

Como la política antiterrorista es el ariete de una feroz batalla por el poder, o mejor dicho, para recuperar el poder por parte del Partido Popular (como lo son las numerosas manifestaciones que ha convocado en estos años, sin muertos, la Asociación de Víctimas del Terrorismo con el apoyo y presencia infaltable del PP), el contenido de esas reuniones o contactos preliminares pretende ser la pistola humeante o prueba de cargo contra José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno por su presunta traición a la nación española en sus contactos con ETA.

Hay gente que honestamente se pregunta qué habrá querido decir el diario El Mundo en su editorial del pasado 3 de enero, en medio del terremoto provocado por el atentado de Barajas, cuando advirtió: "Sólo si el presidente del Gobierno se negara a pactar o someter su política al debate y a las urnas, estarían justificadas otro tipo de iniciativas, ya que un amplio sector de la sociedad española podría llegar a la conclusión de que para hacer frente a ETA sería preciso desembarazarse de Zapatero". Claro que, de momento, aplazaban la ejecución: "No obstante, esperamos que el presidente esté a la altura de las circunstancias y se comporte como un hombre de Estado, dejando al margen los intereses partidistas".

Como el detective Hercules Poirot en una novela de Agatha Christie, Pedro J. Ramírez precisaba, al parecer, la condición para desembarazarse de Zapatero por esa vía oscura que había insinuado.

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"Pero a menos que se descubra que Zapatero ha dado algún paso indigno durante sus tratos secretos con la banda -cosa que él niega taxativamente- la prioridad de la sociedad española no debe ser propinarle ahora el castigo político que probablemente se merezca en las elecciones, sino reclamar la rectificación que la situación requiere y afrontar desde la unidad democrática todo lo que puede venirse encima", escribió.

Todo esto delata que lo de ETA es lo de menos. Se trata de tumbar al Gobierno.

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