Reportaje:Negligencias médicas

Perder una pierna o hipotecar la casa

A Manuel Villa, de 72 años, le salió caro el resbalón que se dio hace cuatro años mientras paseaba en su pueblo de Ávila y por el que se rompió la tibia y el peroné. Exactamente 41.158 euros. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid confirma que Villa sufrió una denegación de asistencia por parte de un hospital público y le devuelve el dinero que tuvo que gastarse en la sanidad privada para salvar su pierna.

Le ingresaron en el hospital Doce de Octubre el miércoles de Semana Santa de 2003 y el sábado siguiente fue dado de alta. Dos semanas más tarde, una radiografía reveló que la caíd...

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A Manuel Villa, de 72 años, le salió caro el resbalón que se dio hace cuatro años mientras paseaba en su pueblo de Ávila y por el que se rompió la tibia y el peroné. Exactamente 41.158 euros. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid confirma que Villa sufrió una denegación de asistencia por parte de un hospital público y le devuelve el dinero que tuvo que gastarse en la sanidad privada para salvar su pierna.

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Le ingresaron en el hospital Doce de Octubre el miércoles de Semana Santa de 2003 y el sábado siguiente fue dado de alta. Dos semanas más tarde, una radiografía reveló que la caída en el campo había tenido mayores consecuencias, que los huesos estaban desplazados y que era necesario pasar por el quirófano.

"Ha salido todo bien. La única duda es que podría haber un pequeño problema de tejidos o de piel", recuerda Villa que le dijo el cirujano tras la operación. El "pequeño problema" fue haciéndose cada vez más grande y a la semana siguiente una zona de 10 centímetros de su pierna no recibía riego sanguíneo. Una segunda operación, que Villa califica de absurda, no mejoró la situación. De 10 centímetros de carne muerta pasó a tener unos 40.

Finalmente, según el informe de la Asociación el Defensor del Paciente, los médicos le dicen que tienen que operar una tercera vez, pero que como no hay un quirófano libre hasta dos semanas más tarde, antes hay que amputarle la pierna. "Se notaba que habían llegado a un tope y ya no sabían que hacer con mi caso", recuerda este carpintero jubilado. Le recomiendan que vaya a un centro privado, donde observan que la infección de la pierna hace necesaria una intervención urgente o una amputación.

Ahí se encontró con una disyuntiva: o pagaba una factura de 41.158 euros o perdería la pierna. Villa eligió la primera opción, y para hacer frente a la factura tuvo que hipotecar su vivienda.

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El TSJ de Madrid confirma en su sentencia del pasado mes de octubre un fallo del Juzgado de lo Social número 34 que obligaba al Servicio Madrileño de Salud a reembolsar esta cantidad a Villa.

"He sido humilde y sólo he querido reclamar los costes médicos que tuve; al fin y al cabo pude salvar la pierna y ahora he recuperado parte de lo que me gasté", concluye Villa, que se siente como un David que ha vencido al Goliat de las Administraciones Públicas.

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