Bush exige al primer ministro de Irak una estrategia para superar su debilidad

El Consejo de Seguridad reconoce la incapacidad de Maliki para afrontar la situación

George W. Bush llegó ayer a Ammán para reunirse con Nuri al Maliki en una cumbre sobre Irak, en un momento en el que EE UU duda de la capacidad del primer ministro iraquí para frenar la violencia. Según un informe del Consejo Nacional de Seguridad citado por The New York Times, si Al Maliki no puede aplicar las medidas necesarias, será preciso ayudarle, pero también presionarle más. En el despliegue de energías de la Casa Blanca en Oriente Próximo, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, tiene previsto hablar con israelíes y palestinos sobre la frágil tregua que mantienen.

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George W. Bush llegó ayer a Ammán para reunirse con Nuri al Maliki en una cumbre sobre Irak, en un momento en el que EE UU duda de la capacidad del primer ministro iraquí para frenar la violencia. Según un informe del Consejo Nacional de Seguridad citado por The New York Times, si Al Maliki no puede aplicar las medidas necesarias, será preciso ayudarle, pero también presionarle más. En el despliegue de energías de la Casa Blanca en Oriente Próximo, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, tiene previsto hablar con israelíes y palestinos sobre la frágil tregua que mantienen.

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El presidente Bush tenía previsto celebrar anoche una primera reunión con el primer ministro Al Maliki, para cenar después los dos con el anfitrión de la cumbre, el rey Abdalá de Jordania. Sin embargo, la reunión bilateral se suspendió por la tarde, aunque el consejero político de Bush, Dan Bartlett, negó tajantemente que tuviera algo que ver con la filtración del informe. Sí se mantuvo la cena del presidente de EE UU con su anfitrión.

Esta mañana, Bush se verá de nuevo a solas con Al Maliki. El presidente, que no cree que Irak se esté deslizando hacia la guerra civil, sino que Al Qaeda está intensificando sus actividades, debatirá con el primer ministro iraquí "la situación sobre el terreno, el plan para transferir más responsabilidades a las fuerzas iraquíes de seguridad y la responsabilidad de otros países en la zona de apoyar la estabilidad y seguridad de Irak". "Lo que le voy a preguntar", añadió Bush ayer en Riga antes de salir hacia Ammán, "es: ¿qué es lo que hace falta para triunfar? ¿Cuál es su estrategia para lidiar con la violencia entre los grupos étnicos?".

Con un lenguaje más franco, el informe del Consejo Nacional de Seguridad -de cinco páginas y con fecha de hace tres semanas- dice que hay que adoptar nuevas medidas para respaldar a Al Maliki, pero revela la inseguridad de Washington sobre el primer ministro: "Sus intenciones", dice el informe firmado por el consejero de Seguridad de la Casa Blanca, Stephen Hadley, "parecen buenas cuando habla con nosotros (...), pero la realidad en las calles de Bagdad sugiere que o bien Al Maliki no sabe lo que está pasando, o está tergiversando sus intenciones o sus capacidades no son suficientes para llevar a la práctica las buenas intenciones que tiene".

El informe no es el único problema de Al Maliki: el grupo del religioso radical chií Múqtada al Sáder suspendió ayer su participación en el Gobierno y el Parlamento iraquí -seis ministros y 30 congresistas- para protestar por la reunión celebrada en Ammán. Según el grupo, la cumbre es "una provocación a los sentimientos de los iraquíes" y "una violación de sus derechos constitucionales".

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Además de las sugerencias sobre lo que Al Maliki y EE UU pueden hacer para mejorar la situación, el informe dice que se puede ayudar al primer ministro "apoyando la formación de una nueva base política entre moderados de las diferentes etnias", para lo cual se podría considerar "invertir nuestro propio capital político y considerar un apoyo monetario" a esos grupos moderados. También se sugiere la posibilidad de reforzar el despliegue del Ejército en Bagdad.

Tratando de suavizar la situación, Tony Snow, portavoz de Bush, dijo ayer que la intención del informe es "respaldar a Al Maliki y reforzarle", y que "se mantiene el compromiso de ayudar al Gobierno de Irak a conseguir sus objetivos políticos, económicos, diplomáticos y de seguridad". El presidente Bush, añadió Snow, "confía en el primer ministro".

Estados Unidos está desplegando todas sus energías en la zona: además de la cumbre de Ammán, el vicepresidente, Dick Cheney, estuvo el fin de semana en Arabia Saudí -el informe de Hadley sugiere una mayor presión de Washington para que Riad se implique en la estabilización de Irak- y la secretaria de Estado, Rice, abordará en las próximas horas la situación entre israelíes y palestinos. Rice, propone el consejero de Seguridad sin nombrar a Siria o Irán, debería además celebrar una reunión en los próximos días con representantes de Irak y de los países vecinos.

Al margen de la realidad

Las dificultades en Irak y en la región se unen al peso político disminuido de Bush tras la derrota en las legislativas de hace tres semanas, para imprimir un notable escepticismo sobre los resultados de esta cumbre, editorializa The New York Times: "Es difícil saber quién está más al margen de la realidad: el presidente Bush, que insiste en que Irak no está en guerra civil, o el primer ministro Al Maliki, que parece creer que los norteamericanos van a apoyarle indefinidamente".

The Wall Street Journal discrepa y dice que aunque "la violencia en Irak en un problema horrible", no se dan las condiciones de una guerra civil. "Lo cierto es que los enemigos del Gobierno de Bagdad son terroristas y gánsteres. Bush podría ayudar a Al Maliki dándole la confianza que necesita para las duras luchas que tiene enfrente -primero contra los terroristas suníes, y luego contra los asesinos revanchistas chiíes-, garantizándole que la política de EE UU estará basada en ese dato".

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