Tribuna:COOPERACIÓN AL DESARROLLO

Enhorabuena, Unicef

La autora respalda la labor de la organización de Naciones Unidas para la infancia y hace suyo el lema de cifrar el futuro en los niños.

Nos despertamos cada mañana escuchando las noticias de atentados terroristas, inmigración ilegal, catástrofes naturales, muertes por el SIDA, malos tratos, brotes de racismo y xenofobia y conflictos en África. Las amenazas globales del siglo XXI no sólo afectan a los más desfavorecidos, nos afectan a todos, y su solución es responsabilidad de todos. ¿Hay solución para todos estos males del presente? Yo creo que la respuesta nos la da UNICEF: la solución está en los niños. El futuro son los niños.

La educación en valores y en la libertad responsable, la salud y el entusiasmo de los niños...

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Nos despertamos cada mañana escuchando las noticias de atentados terroristas, inmigración ilegal, catástrofes naturales, muertes por el SIDA, malos tratos, brotes de racismo y xenofobia y conflictos en África. Las amenazas globales del siglo XXI no sólo afectan a los más desfavorecidos, nos afectan a todos, y su solución es responsabilidad de todos. ¿Hay solución para todos estos males del presente? Yo creo que la respuesta nos la da UNICEF: la solución está en los niños. El futuro son los niños.

La educación en valores y en la libertad responsable, la salud y el entusiasmo de los niños de hoy puede, si queremos, transformarse en la paz, la concordia y el progreso de mañana. No se trata de ser pesimista, sino realista y motivarnos para hacer también una revolución pacífica infantil. Si los niños en los países menos avanzados no llegan a cumplir los cinco años, o apenas llegan a la mayoría de edad con una salud tan frágil que no les permite trabajar y levantar su país; si estos niños acaban siendo víctimas de enfermedades como el SIDA o la malaria, privándoles de sonrisas y juegos infantiles; si este es el presente de estos niños, ¿qué futuro nos espera?

¿Qué futuro les espera a los niños si las condiciones de vida de esos países no mejoran?, ¿qué futuro les espera a los niños si en lugar de libros tienen fusiles?, ¿qué futuro les espera si no aprenden a ser buenos agricultores y administradores de sus tierras?, ¿qué futuro podrán tener los problemas medioambientales si no formamos a los niños de hoy? ¿Qué futuro tendrán si entre todos no somos capaces de convencer que sólo la democracia, la educación, la cultura, son las herramientas más poderosas para ser libres?

Por eso es una gran noticia, que una organización como UNICEF, que este año cumple ya sesenta años, se le reconozca con un galardón de proyección internacional como es el Príncipe de Asturias de la Concordia. Porque la concordia sólo se conseguirá a través de los niños: educándoles en la solidaridad, en el respeto al otro y en el diálogo, y sólo así conseguiremos que cuando sean mayores tengan inculcados esos valores y puedan ponerlos en práctica para evitar guerras, hambre, corrupción, etc. Sin embargo, para lograr esta meta es necesario creer más en los niños, dedicarles muchos más esfuerzos. Hasta que no entendamos que son el futuro y que son nuestra responsabilidad, estaremos perdiendo el tiempo.

Son necesarios organismos como UNICEF que en sus 60 años de trayectoria ha evitado más de 18.000 muertes de niños al año, ha logrado reducir la mortalidad infantil (un 25% en Senegal), desarrollar programas de emergencia para paliar las necesidades básicas de la población tras los desastres naturales; promover la erradicación de prácticas como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil. Y en el ámbito educativo, en el año 2005, gracias a UNICEF medio millón de niñas se escolarizaron por primera vez en Afganistán, y en Somalia lo hicieron 114.000 niños y niñas.

UNICEF, a lo largo de sus 60 años de trabajo, ha logrado que los Derechos del Niño se hayan convertido en principios éticos perdurables y en normas internacionales de conducta hacia los niños; el premio Príncipe de Asturias de la Concordia ha querido, con gran acierto, reconocer la contribución de UNICEF a la mejora de la salud y las condiciones de vida de niños de todo el mundo, especialmente en las zonas más desfavorecidas del planeta, como el continente africano.

He tenido la oportunidad de colaborar con UNICEF España en la puesta en marcha de un proyecto destinado a "la promoción de la lactancia materna en España", proyecto que tanto ha beneficiado y está beneficiando a los niños españoles; detrás de UNICEF España, de toda UNICEF, hay miles de personas anónimas que con su profesionalidad, pero sobre todo con su generosidad, están intentando cambiar el mundo a través de la mejora de los niños; de ellos aprendí que desde la discreción, la dedicación y el trabajo día a día se pueden mover obstáculos, derribar lo que ni uno mismo puede imaginar, sobre todo los tópicos, como que la mejor alternativa a la lactancia materna es el biberón.

Desde aquí me quiero sumar a este reconocimiento que la Fundación Príncipe de Asturias hace a UNICEF. Un reconocimiento que conlleva el deber de no olvidarnos de los niños. De que el mejor tratado internacional que logrará acabar con las amenazas globales de este siglo es la educación y la salud de nuestros niños, especialmente en los países menos avanzados. Enhorabuena, Unicef.

Ana Pastor Julián es secretaria ejecutiva de Política Social y Bienestar del Partido Popular.

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