Reportaje:

Pata Negra está de vuelta

Rafael Amador inicia en Barcelona una gira por España con la banda

"Yo sólo sé lo que me ha enseñao la vida", dice, comiéndose sílabas y palabras mientras apura una cerveza en una terraza de Barcelona. Es Rafael Amador, 46 años traqueteados y más de una cicatriz en el alma. "Y lo que me ha enseñao es más triste que alegre", asegura al hacer balance; "ya sabes, cosas de familia y malas noticias, y yo qué sé", zanja, para no hablar explícitamente de lo que debe dolerle la distancia con su hermano Raimundo, con el que formó Pata Negra luego de dejar Veneno y con quien junto a Kiko Veneno forma uno de los triángulos más resplandecientes de la música...

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"Yo sólo sé lo que me ha enseñao la vida", dice, comiéndose sílabas y palabras mientras apura una cerveza en una terraza de Barcelona. Es Rafael Amador, 46 años traqueteados y más de una cicatriz en el alma. "Y lo que me ha enseñao es más triste que alegre", asegura al hacer balance; "ya sabes, cosas de familia y malas noticias, y yo qué sé", zanja, para no hablar explícitamente de lo que debe dolerle la distancia con su hermano Raimundo, con el que formó Pata Negra luego de dejar Veneno y con quien junto a Kiko Veneno forma uno de los triángulos más resplandecientes de la música española. Pata Negra vuelve, pero sólo con él.

Bien, también con Andrés, El Pájaro, uno de los guitarristas que grabaron el deslumbrante Échate un cantecito. El Pájaro no es el único acompañante de Rafael, ya que el hijo de éste, Luis, forma asimismo parte de la banda. "¿Por qué no iba a hacerlo?", se pregunta Rafael; "es el que más ha escuchado mis canciones sin tener los discos en casa". Sonríe, pero en el fondo se ve que Rafael, un compositor de tomo y lomo, tiene un poso triste. "La vida ha cambiado, los chiquillos ya no respetan a sus mayores y todo el mundo hace lo que le viene en gana. Todo se ha desmadrao". El Pájaro confirma el aserto: "En Triana ya sólo viven los turistas, han echado a la gente nacida en el barrio. El flamenco está ahora en las 3.000 Viviendas". Allí, en ese barrio sevillano con fama de marginal, sigue viviendo Rafael, y allí se sigue levantando de la cama para anotar sus ideas. Dice que tiene suficientes para llenar cuatro elepés, aunque con que tenga las cuatro que promete en sus conciertos de esta gira, sus seguidores se darán por satisfechos.

Tocar sigue siendo para Rafael la única vía para exorcizar sus demonios. No le gusta la música actual, ni los que imitan su fusión callejera de base flamenca, ni los que hacen hip-hop: "Como no saben cantar, hablan". Ahora escucha jazz, y lo que le gusta es "Coltrane, Davis, Mingus y Django Reinhardt". Esta noche (Apolo, Barcelona) inician su gira (Madrid, 18 de noviembre; Pamplona, 23; Vitoria, 24; Bilbao 25).

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