Tribuna:

Visiones del exilio vasco

DURANTE LA transición, la historia del exilio vasco fue escrita no por historiadores, sino por periodistas o por los propios protagonistas, en su mayor parte nacionalistas. Esto último contribuyó a crear una historia épica de la oposición vasca al franquismo, aunque con grandes diferencias entre la visión nacionalista vasca moderada y la radical. Los primeros (Iñaki Anasagasti y Koldo San Sebastián) hacían más hincapié en la posguerra que en el tardofranquismo, en parte debido a la debilidad del PNV en los últimos lustros del exilio. Por el contrario, la abundante literatura histórica del naci...

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DURANTE LA transición, la historia del exilio vasco fue escrita no por historiadores, sino por periodistas o por los propios protagonistas, en su mayor parte nacionalistas. Esto último contribuyó a crear una historia épica de la oposición vasca al franquismo, aunque con grandes diferencias entre la visión nacionalista vasca moderada y la radical. Los primeros (Iñaki Anasagasti y Koldo San Sebastián) hacían más hincapié en la posguerra que en el tardofranquismo, en parte debido a la debilidad del PNV en los últimos lustros del exilio. Por el contrario, la abundante literatura histórica del nacionalismo radical (Emilio López Adán y Francisco Letamendía) tendía a presentar el "fracaso" del PNV y del Gobierno vasco en la posguerra como una antesala necesaria del nacimiento de ETA, culminación de toda la historia vasca desde la prehistoria.

Con el tiempo, fue apareciendo un enfoque más académico, plasmado en la obra fundamental de Juan Carlos Jiménez de Aberásturi De la derrota a la esperanza. Políticas vascas durante la Segunda Guerra Mundial, 19371947 (IVAP, 1999), así como el libro de varios autores El péndulo patriótico. Historia del Partido Nacionalista Vasco (Crítica, 2001), recientemente reeditado, que incluye la historia del PNV entre 1939 y 1975. Por su parte, José Ángel Ascunce se acercó con acierto a la cultura del exilio vasco, mientras que Jesús Alonso Carballés, entre otros, analizaba el éxodo infantil. Existen también algunas monografías sobre instituciones concretas del exilio, como la Liga Internacional de Amigos de los Vascos, el Batallón Gernika, Radio Euzkadi, el sindicato ELA y el Consejo Vasco del Movimiento Europeo.

Como puede observarse, esta historiografía se ha centrado más en el campo nacionalista que en la izquierda. Aunque Jiménez de Aberásturi estudió al conjunto del exilio, no existen monografías sobre la UGT, la CNT, el PSOE o el PCE vascos durante el exilio, aunque sí biografías de líderes socialistas, como Indalecio Prieto o Santiago Aznar. También las hay, aunque de calidad desigual, de dirigentes del PNV, como Juan Ajuriaguerra, Manuel Irujo, Joseba Rezola y, sobre todo, Jesús Galíndez, el personaje más conocido y a la vez más enigmático del exilio vasco. Su trágica desaparición, a manos del dictador dominicano Trujillo, le convirtió en un verdadero mito, al que se han acercado biografías (Alberto Elósegui, Manuel de Dios e Iñaki Bernardo Urquijo), novelas (Manuel Vázquez Montalbán) y películas (Ana Díez y Gerardo Herrero).

Frente a este relativo buen conocimiento del primer exilio, al que se suma la biografía de Aguirre escrita por Ludger Mees, en la etapa que comienza en 1960 ETA se convierte en protagonista casi único de la historiografía. Aparte de lo recogido en El péndulo patriótico, seguimos conociendo muy poco sobre la evolución del Gobierno de Euskadi presidido por Jesús María Leizaola. Por ejemplo, hasta hace bien poco no se había publicado siquiera la composición completa del Gobierno vasco entre 1936 y 1979, recogida en Historia del País Vasco y Navarra en el siglo XX (Biblioteca Nueva, 2002). Todo un síntoma del camino que la historiografía sobre el exilio vasco, a pesar de lo mucho que ha avanzado en los últimos años, aún debe recorrer.

Santiago de Pablo es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco.

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