"No necesito incomodar a Freud para decir que la reina está en mi inconsciente"

"En Inglaterra hago películas sobre una sociedad que conozco muy bien. Son temas que forman parte de mi ser. No necesito incomodar a Freud para decir que la Reina está en mi inconsciente. También en las estampillas, en los souvenirs, en los libros, en donde quiera que mires", explicó ayer en Venecia Stephen Frears con sonrisa burlona, en medio de las ovaciones de la crítica y la prensa de la Mostra.

"Deseaba resaltar el contraste entre estos dos mundos: la monarquía y la democracia", continuó. "Quería contar cómo actuó cada uno en un momento tan crucial para la historia del país....

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"En Inglaterra hago películas sobre una sociedad que conozco muy bien. Son temas que forman parte de mi ser. No necesito incomodar a Freud para decir que la Reina está en mi inconsciente. También en las estampillas, en los souvenirs, en los libros, en donde quiera que mires", explicó ayer en Venecia Stephen Frears con sonrisa burlona, en medio de las ovaciones de la crítica y la prensa de la Mostra.

"Deseaba resaltar el contraste entre estos dos mundos: la monarquía y la democracia", continuó. "Quería contar cómo actuó cada uno en un momento tan crucial para la historia del país. Tras la muerte de la princesa Diana, los ingleses criticaron a la familia real por su presunta crueldad e indiferencia. No pretendían la cabeza de la reina, pero sí que al menos compartiera su dolor. Tony Blair lo comprendió inmediatamente".

En efecto, el filme narra cómo el primer ministro logra, con intuición y diplomacia, convencer a la Reina a salir del silencio en el que se había atrincherado para que exteriorizara en público su pena y se reconciliara, de este modo, con la población. "Se trata de un retrato humano e intimista de estas personalidades publicas, sin nada de amarillisismos", aclaro.

Para enfatizar mejor esta dualidad, el realizador optó por emplear un genial truco artístico: "Filmé en 35 milímetros el universo de la familia real, en un contexto rígido y con una luz muy elaborada, mas estático y majestuoso; mientras el mundo de Blair, la democracia, la he retratado en 16 milímetros, con cámara en mano, para mostrarla más libre, moderna y menos sofisticada".

La gran acogida de La reina ha sido posible también gracias a la magnífica interpretación de Michael Sheen en el papel de Tony Blair y, sobre todo, de Helen Mirren en el papel de Isabel II. "Fue desafiante, pues la reina sigue viva y es intimidante imitarla. Es una presencia constante en nuestras vidas, tan familiar que cuando mi marido quiere consolarme, solo me dice: "No te preocupes, recuerda que a la reina también puede sucederle", señaló ayer la actriz..

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