Escalada militar en Oriente Próximo

Blair confía en que pronto haya un alto el fuego

Tony Blair siguió ayer sin hacer una petición explícita de alto el fuego en el conflicto de Líbano, amparándose en que ese alto el fuego no puede existir sin que haya antes un plan aceptado por ambas partes y que ese plan tardará aún algunos días en emerger. En una rueda de prensa conjunta en Downing Street con el primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, ambos afirmaron que la situación en Líbano es "una catástrofe", pero mientras el político iraquí culpó de ello a Israel, el británico señaló a Hezbolá como principal responsable.

Blair rechazó las acusaciones de que el Reino Unido está ...

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Tony Blair siguió ayer sin hacer una petición explícita de alto el fuego en el conflicto de Líbano, amparándose en que ese alto el fuego no puede existir sin que haya antes un plan aceptado por ambas partes y que ese plan tardará aún algunos días en emerger. En una rueda de prensa conjunta en Downing Street con el primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, ambos afirmaron que la situación en Líbano es "una catástrofe", pero mientras el político iraquí culpó de ello a Israel, el británico señaló a Hezbolá como principal responsable.

Blair rechazó las acusaciones de que el Reino Unido está favoreciendo los intereses de Israel al no respaldar públicamente el alto el fuego inmediato exigido por Naciones Unidas y gobiernos como el español. "Yo no quiero que continúen las matanzas. Quiero que paren ahora mismo. Pero ninguna de las dos partes va a parar a menos que haya un plan que haga parar a ambas partes; sin un plan, eso no va a ocurrir", declaró. "Y puedo asegurarles que estamos moviendo toda nuestra capacidad diplomática, estamos haciendo todo lo posible para que eso ocurra cuanto antes", insistió, y pronosticó que podrá dar más detalles "dentro de unos días".

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El Gobierno británico ha sido criticado por su aparente pasividad en la crisis de Líbano. Esa pasividad estaría relacionada con el interés de Estados Unidos de dar tiempo a Israel a intensificar sus ataques para desarbolar a Hezbolá. A medida que la crisis se ha ido agudizando, la opinión pública británica ha ido pasando de una cierta comprensión inicial a las razones que empujaron a Israel a iniciar el ataque, a una preocupación sobre sus efectos humanitarios y económicos, y el Gobierno ha ido graduando al alza sus muestras de preocupación.

Mensajes poco claros

En la cumbre del G 8 en San Petersburgo, Blair se alineó con el presidente George W. Bush y se opuso a una exigencia de alto el fuego inmediato. Este fin de semana, el viceministro del Ministerio de Relaciones Exteriores responsable de Oriente Próximo, Kim Howells, hizo declaraciones muy duras y calificó de "desproporcionado" el ataque israelí. Pero sus palabras no fueron ni censuradas ni apoyadas por la jefa de Exteriores, Margaret Beckett, ni tampoco por Downing Street, como si les conviniera la subida de tono de Howells pero que éste no hablara en nombre del Gobierno.

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Blair subió también ayer el tono al ser preguntado por el conflicto, pero ni llegó a censurar el calibre del ataque de Israel ni a exigir un alto el fuego. Se limitó a desearlo y a pronosticar que no será posible hasta dentro de unos días. El primer ministro estará el viernes en Washington, y es de esperar que para entonces la diplomacia internacional haya hecho madurar ya la situación y tanto Blair como Bush estén ya en condiciones de exigir con claridad un alto el fuego a ambas partes, la liberación de los soldados israelíes secuestrados por Hezbolá y el despliegue de un fuerte contingente internacional en el sur de Líbano.

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