Editorial:

Obstruccionismo tenaz

Miguel Ángel Fernández Ordóñez tomó ayer posesión como gobernador del Banco de España, la máxima autoridad financiera española y, conviene recordarlo, uno de los 12 bancos que toman las decisiones monetarias en el Banco Central Europeo. Pocas dudas caben sobre su capacidad para gestionar el banco y nadie pondrá en cuestión que el nombramiento de José María Viñals como subgobernador refuerza la independencia de la institución y la aleja de las tentaciones políticas. Pero el PP se las ha apañado, una vez más, para abrir una trinchera de crispación política en lo que debería ser un ejercicio de r...

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Miguel Ángel Fernández Ordóñez tomó ayer posesión como gobernador del Banco de España, la máxima autoridad financiera española y, conviene recordarlo, uno de los 12 bancos que toman las decisiones monetarias en el Banco Central Europeo. Pocas dudas caben sobre su capacidad para gestionar el banco y nadie pondrá en cuestión que el nombramiento de José María Viñals como subgobernador refuerza la independencia de la institución y la aleja de las tentaciones políticas. Pero el PP se las ha apañado, una vez más, para abrir una trinchera de crispación política en lo que debería ser un ejercicio de responsabilidad institucional, poniendo en entredicho la idoneidad del nuevo gobernador y denunciando una pérfida ruptura del consenso que, en su opinión, era ley en los nombramientos de la autoridad bancaria.

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Ambos argumentos son contradictorios. Sostiene Miguel Arias Cañete que Fernández Ordóñez es un hombre con carné del PSOE y, por tanto, rompe la tradición de independencia de los gobernadores. El PP sitúa la independencia de criterio y la autonomía de gestión en el hecho de que el gobernador tenga o no carné de un partido, aunque saben sus dirigentes que varios reguladores sin carné del PP nombrados en la etapa Aznar mostraron un servilismo sonrojante hacia las sugerencias del Ministerio de Economía. Desempeñe mejor o peor su tarea, es muy probable que Fernández Ordóñez exhiba y mantenga tanto su independencia del Gobierno como de otros poderes menos definidos. Maneja, además, el PP otro argumento condenatorio: el nuevo gobernador fue hasta marzo secretario de Estado de Hacienda y, por tanto, difícilmente podrá criticar la política económica que ayudó a elaborar. Lástima que no aplicara esta objeción en el caso de Jaime Caruana, director general del Tesoro antes que gobernador.

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El PP parece entender el consenso como si el Ejecutivo nombrara al gobernador, y la oposición, al subgobernador. No hay tal. Puesto que el primero, como establece la ley, lo nombra el Rey a propuesta del jefe del Gobierno, es conveniente que el subgobernador sea una persona aceptada por ambas partes. Bien sabían Rajoy y Arias Cañete que el acuerdo sobre el segundo responsable del banco exigía su aquiescencia con la figura de Ordóñez.Pocas probabilidades hay de que el PP cambie de rumbo y apoye al nuevo gobernador. Y sin embargo lo necesita, porque la entidad tiene pendientes problemas de cierta consideración, entre ellos, y no precisamente menor, una nueva regulación para bancos y cajas de ahorro.

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