Crecimiento y desigualdad

El consenso acerca del estado de salud de la economía latinoamericana es casi total. Los países de la región se han beneficiado de la bonanza de la coyuntura internacional, con tipos de interés bajos y altos precios de las materias primas, muy importantes para cuadrar los presupuestos de la región.

Y, a su vez, han puesto en marcha políticas económicas ortodoxas: control de la inflación, reducción de la deuda, tipos de cambio flotantes -después de los batacazos de las monedas que se han mantenido ancladas al dólar- y un fuerte crecimiento de la inversión, que aumenta a un ritmo del 20% ...

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El consenso acerca del estado de salud de la economía latinoamericana es casi total. Los países de la región se han beneficiado de la bonanza de la coyuntura internacional, con tipos de interés bajos y altos precios de las materias primas, muy importantes para cuadrar los presupuestos de la región.

Y, a su vez, han puesto en marcha políticas económicas ortodoxas: control de la inflación, reducción de la deuda, tipos de cambio flotantes -después de los batacazos de las monedas que se han mantenido ancladas al dólar- y un fuerte crecimiento de la inversión, que aumenta a un ritmo del 20% anual.

Pero el mismo consenso que existe para destacar las bondades de la situación actual aparece también en el apartado de riesgos. Por un lado, la vuelta al populismo de algunos países. En el plano económico, los analistas destacan el fracaso del proceso de integración -Mercosur- y, sobre todo, las desigualdades persistentes en la distribución de la renta. "Hay 200 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, el 40% de la población. Es una cifra decepcionante", en opinión de Enrique Iglesias.

Las propias empresas españolas con presencia en la zona hacen hincapié en ese dato. Miguel Sebastián, director de la Oficina Económica del presidente del Gobierno, señala a Estados Unidos como uno de los responsables de esta situación e invita al Ejecutivo de George W. Bush a "combinar sus ideas de libre comercio con una política de fondos de cohesión a la europea", con unos 50.000 millones de dólares anuales (el 0,4% del producto interior bruto de EE UU) y el apoyo del Gobierno español.

La propuesta no es oficial, aunque sí ha habido acercamientos entre la Casa Blanca y el Ejecutivo español para actuar conjuntamente en América Latina.

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