Reportaje:

Leer Madrid

Textos en los autobuses y trenes y libros sobre edificios, instituciones o episodios históricos, algunas propuestas para conocer más la región

Acaba de arrancar una nueva edición de Libros a la calle, una iniciativa cultural ya veterana en Madrid, que permite a los viajeros del transporte público leer textos selectos, bellamente ilustrados, fijados a las paredes de los vagones de metro o de autobuses y trenes de cercanías. La iniciativa, que incluye poemas, ensayos o jugosas reflexiones literarias de no más de un folio de extensión y perfectamente legibles durante un trayecto, comienza ya a recoger frutos, siquiera indirectos: así, la edición de libros de Madrid o de trasunto madrileño registra en los últimos meses un saludabl...

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Acaba de arrancar una nueva edición de Libros a la calle, una iniciativa cultural ya veterana en Madrid, que permite a los viajeros del transporte público leer textos selectos, bellamente ilustrados, fijados a las paredes de los vagones de metro o de autobuses y trenes de cercanías. La iniciativa, que incluye poemas, ensayos o jugosas reflexiones literarias de no más de un folio de extensión y perfectamente legibles durante un trayecto, comienza ya a recoger frutos, siquiera indirectos: así, la edición de libros de Madrid o de trasunto madrileño registra en los últimos meses un saludable crecimiento en cantidad y, sobre todo, en cualidad de títulos editados.

No sólo ha sido la oferta de cuño comercial privado -generalmente estable y persistente- la que ha determinado esta profusión editorial en clave madrileña. También obedece a una apuesta institucional específica del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid. La concejalía de Las Artes acaba de editar con la Fundación Cajamadrid el 14º título de la presente temporada, denominado El matadero Municipal de Madrid, elaborado desde la Fundación del Colegio Oficial de Arquitectos por un nutrido equipo de arquitectos y documentalistas. En la presentación estuvo el veterinario José Manuel Echániz, que glosó el dispositivo, ahora secular, de inspección veterinaria, cárnica, láctea y de pescados de Madrid, el primero de Europa en su género.

'La protesta de un pueblo' rubrica el tránsito de la lucha obrera de 1901 y 1923
La Fundación del Colegio de Arquitectos atesora un fondo documental único

Se trata de una monografía que aúna toda la información documental existente sobre este singular escenario del patrimonio arquitectónico industrial de la ciudad, ideado por el arquitecto, conservador, restaurador y creador del estilo neorrenacentista Luis Bellido. El matadero municipal, situado en la zona meridional de Madrid, junto a la plaza de Legazpi y el río Manzanares, emblema de la modernización industrial madrileña con un repertorio arquitectónico y estilístico pleno, ha polarizado ahora hacia sí la atención del Ayuntamiento, que quiere convertirlo en joya de la corona de su oferta cultural, además de desplegar en él el certamen anual de Los Veranos de la Villa.

Juan José Echeverría es el director general de Patrimonio de la concejalía que ha editado el libro. Echeverría subraya que esta edición, "forma parte de la apuesta municipal por cubrir un hueco editorial y asumir la impresión de aquellos libros de contenido patrimonial que no encuentran eco en las editoriales comerciales pero que, por su riqueza documental, tienen larga vida y resultan imprescindibles para conocer nuestra historia".

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Alude a una de las instituciones cuyo fondo documental arquitectónico y monumental es de los más valiosos de Madrid: el de la Fundación Cultural del Colegio de Arquitectos, tres de cuyos representantes, Miguel Lasso de la Vega, Pilar Rivas y Alfredo Sanz, forman el equipo redactor del libro sobre el matadero, junto con la arquitecta Carmen Rojas. Javier Ortega, catedrático de Ideación Gráfica de la Escuela de Arquitectura, ha realizado una cuidadosa planimetría digitalizada que el libro incorpora. Durante décadas y con el impulso, entre otras personas, de la arquitecta Amparo Berlinches y de la historiadora Paloma Barreiro, la Fundación COAM se ha convertido en uno de los polos más rigurosos de documentación arquitectónica y urbanística de España.

Por cierto, la Comunidad de Madrid ha apostado por El Urbanismo ante el encuentro de Culturas, un enjundioso estudio sobre el alcance cultural de los flujos migratorios en la región que han realizado sociólogos del Instituto Ciencia y Sociedad y de Carta Mediterránea. Las Artes acaba de editar, al precio de 30 euros, Quintas de recreo, con su primer volumen dedicado a las fincas en las que la gozadora aristocracia madrileña se holgaba en Chamartín de la Rosa -allí subsiste un olivar de la época napoleònica, el de Castillejos, a punto de ser declarado Bien de Interés Cultural por su cualidad de emblema del pensamiento científico, la filología y el teatro madrileños- y en Canillejas, otro asiento tradicional de la nobleza. Jeffrey Schraeder ha escrito la historia de la Real Basílica de Atocha, editada por Las Artes, al igual que el interesantísimo relato sobre los castrati en Madrid, Las voces de palacio, del estudioso francés Nicolás Morales. En Ciencia y Ciudad, Tiago Saraiva describe el proceso de modernización madrileño vinculado al despliegue científico, junto con el de Lisboa, entre 1851 y 1900.

Otro de los títulos recién publicados versa sobre otra de las instituciones culturales madrileñas de más solera El Ateneo, Artístico, Científico y Literario de la calle del Prado, a quien su presidente, José Luis Abellán, dedica una monografía con acento en la figura de Miguel de Unamuno. En ella se recoge la trepidante vida ateneísta, siempre en el epicentro de las polémicas ideopolíticas y literarias más intensas de la ciudad.

Francisco Sánchez Pérez es el autor de otro de los títulos recientemente editados con mayor enjundia, La protesta de un pueblo, que versa sobre la actividad de las organizaciones sindicales obreras entre los años de 1901 y 1923. Por la singularidad histórica de la época tratada, que rubrica el tránsito entre la fase germinal y la de un primer desarrollo de la lucha obrera organizada en Madrid -etapa de la que no existe apenas bibliografía acreditada- así como por la delicada documentación y hechura de su relato, esta obra editada por la Fundación Largo Caballero, que rige Antón Saracíbar, "es crucial para entender el Madrid de aquella época y muchas claves históricas y políticas", asegura el líder sindical vasco. El libro permite apreciar la división del trabajo operada dentro de las organizaciones obreras, su especialización en la lucha salarial y en la conformación de la moral pública en Madrid gracias a la ejemplaridad vital de sus militantes.

El relato histórico encuentra en El motín de Esquilache cabal expresión, en un libro interesante surgido de la pluma de José Miguel López García, que agrega a su narración excelentes litografías. El calesero Bernardo arengó a los madrileños instándoles a alzarse contra el marqués desde la fuente de la Fama, hoy instalada tras el Museo Municipal, que alberga uno de los archivos gráficos y literarios más ricos.

Antonio Javier de Arteche ha recopilado copiosa documentación escrita e ilustrada para informar del trasiego de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, por la sierra del Guadarrama. Resulta emocionante descubrir que siete siglos después de haber sido visitados por el vate, conserva idéntica fisonomía la mayor parte de sus principales enclaves topográficos.

Precisamente, de cartografía y de topografía versa la Guía del plano de Teixeira, obra de María Isabel Gea, editado por La Librería, un manual que permite descifrar una de las joyas documentales más señeras de la planimetría madrileña. Es un libro que brinda una excelente herramienta para el despliegue de una cantera innovada de madrileñistas..

Cuentos y relatos de ocio y mantel

Las cuentistas madrileñas encuentran también en recientes ediciones salida a la superficie, de la mano de Isabel Diéguez Ménguez, doctora en Filología Hispánica y especialista en Literatura, profesora de la Universidad Complutense. Su libro sobre ellas es una sorpresa, que selecciona textos de evidente brillantez, desde los surgidos de la pluma de Faustina Sáez de Melgar, nacida en 1834, hasta la contemporánea Irene Brea Azcona, de 1981, pasando por las veteranas Margarita Landi, Felicidad Blanc, Mercedes Ballesteros Gaibrois o Lidia Falcón, sin olvidar a escritoras contemporáneas de la talla de Belén Gopegui, o rúbricas como las de Paula Izquierdo, Nuria Barrios o Rocío de Cominges. Se echa de menos la figura de Isabel González Ruiz, que desplegó una brillante carrera radiofónica en los años cincuenta.

Otro de los títulos de contenido madrileño, mejor, alcalaíno, de entre los recientemente publicados, concierne a la mesa y a la diversión durante la etapa de la II República, entre 1931 y 1939. Ha surgido del escritor, periodista y político Isabel Herreros, quizá la persona que ha reivindicado con más intensidad la figura, la proyección política y, sobre todo, humana de Manuel Azaña. Su supuesto cocinero da subtítulo a este libro, que desgrana los procesos mediante los cuales la República contribuyó a la llegada y al asentamiento de la modernidad en Madrid, a la sazón receptáculo de numerosas invenciones e innovaciones, tanto técnicas como consuetudinarias. Así, universos como el turismo y la buena mesa encuentran relato en esta obra, prologada por Rafael Torres, escritor que ha batallado siempre por reacreditar aquella etapa.

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