Crítica:FESTIVAL DE ORTIGUEIRA

De vuelta a las praderas

Tras el pastiche del viernes, el festival regresó a territorios más propios. Solas, Llan de Cubel y Kocani Orkestar -con la incorporación de Xochilmica- conformaron un cartel sólido, energético y competente, mucho más apegado a praderas y campiñas, y al que quizás sólo le faltó un poco más de riesgo. Los gitanos macedonios de la Kocani, jaraneros y capaces de tocar muy, pero que muy deprisa, llevaron sus metales hasta la incandescencia y divirtieron a todos. Los veteranos Llan de Cubel estuvieron como acostumbran, con un ojo puesto en la tradición asturiana y otro en la Escocia de Tannahill W...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Tras el pastiche del viernes, el festival regresó a territorios más propios. Solas, Llan de Cubel y Kocani Orkestar -con la incorporación de Xochilmica- conformaron un cartel sólido, energético y competente, mucho más apegado a praderas y campiñas, y al que quizás sólo le faltó un poco más de riesgo. Los gitanos macedonios de la Kocani, jaraneros y capaces de tocar muy, pero que muy deprisa, llevaron sus metales hasta la incandescencia y divirtieron a todos. Los veteranos Llan de Cubel estuvieron como acostumbran, con un ojo puesto en la tradición asturiana y otro en la Escocia de Tannahill Weavers. Sobrios, precisos, tal vez algo estancados en sí mismos.

Aún ondeaba en el cantón el azulón del Principado cuando irrumpieron los cinco músicos de Solas, irlandeses medio afincados en Estados Unidos y, sin duda, lo mejor que ha sucedido en Ortigueira esta temporada. Seamus Egan lo hace todo bien, ya sea con las guitarras, la mandolina, las flautas y hasta el banjo entre las manos. Y Winifred Horan merece la coronación urgente como reina del flower power folclórico.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En