Mucha guerra y poca paz
De la corrida de Palha hubo toros que sembraron el ruedo cual campo de minas. Era como ir a la guerra a pecho descubierto. Es verdad que también los hubo sin tanto peligro a la vista, pero sí tuvieron eso que no se ve pero se siente. Todos pidieron las credenciales a los toreros y siempre, por encima de cualquier otra cosa, hubo pleno de emoción.
Cada muletazo que Liria le daba a su primero era como salvar un borracho con una navaja en la mano. En el cuarto, violento, ofreció una vibrante faena. De cara o cruz. Sin término medio. El segundo de la tarde, muy enterado y manso, puso el cao...
De la corrida de Palha hubo toros que sembraron el ruedo cual campo de minas. Era como ir a la guerra a pecho descubierto. Es verdad que también los hubo sin tanto peligro a la vista, pero sí tuvieron eso que no se ve pero se siente. Todos pidieron las credenciales a los toreros y siempre, por encima de cualquier otra cosa, hubo pleno de emoción.
Cada muletazo que Liria le daba a su primero era como salvar un borracho con una navaja en la mano. En el cuarto, violento, ofreció una vibrante faena. De cara o cruz. Sin término medio. El segundo de la tarde, muy enterado y manso, puso el caos y el pánico en banderillas. No quiso muleta y Padilla, que lo pasó mal, abrevió. A la hora de matar, un calvario. El quinto quiso comerle terreno a Padilla que, valeroso, no se dejó sorprender. El lote menos bélico fue para Encabo. Aun así, el tercero estuvo muy pendiente de cualquier movimiento del torero que, muy dispuesto, siempre anduvo profesional y muy entero. El sexto fue el toro que más dejó estar y Encabo volvió a mostrarse firme y seguro.
Palha / Liria, Padilla, Encabo
Toros de Palha: bien presentados, duros y complicados. Pepín Liria: saludos y oreja con dos vueltas. Juan José Padilla: división y oreja. Luis Miguel Encabo: oreja y oreja. Plaza de Alicante, 25 de junio. 10ª y última de feria. Más de media.