El Gobierno de Irak contempla una amnistía para la insurgencia suní

Estado de emergencia en Bagdad ante un nuevo estallido de violencia en las calles

Cuando el primer ministro de Irak, el chií Nuri al Maliki, prepara la presentación de su ambicioso plan de 28 puntos para lograr la reconciliación nacional y la paz, y que incluye una amnistía (podría darse a conocer el domingo), decenas de milicianos armados tomaron ayer la céntrica calle Haifa de Bagdad, levantaron barricadas y dispararon granadas de mortero contra la zona verde, la más protegida (en ella se encuentran los ministerios y algunas embajadas, como la de Estados Unidos).

No fue la única demostración de fuerza del día de los insurgentes, que tratan de demostrar que la muert...

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Cuando el primer ministro de Irak, el chií Nuri al Maliki, prepara la presentación de su ambicioso plan de 28 puntos para lograr la reconciliación nacional y la paz, y que incluye una amnistía (podría darse a conocer el domingo), decenas de milicianos armados tomaron ayer la céntrica calle Haifa de Bagdad, levantaron barricadas y dispararon granadas de mortero contra la zona verde, la más protegida (en ella se encuentran los ministerios y algunas embajadas, como la de Estados Unidos).

No fue la única demostración de fuerza del día de los insurgentes, que tratan de demostrar que la muerte de Abu Musab al Zarqaui no les ha restado capacidad. En el barrio bagdadí de Dora, al sur, tropas estadounidenses e iraquíes mantuvieron duros combates callejeros con los rebeldes. Cuatro soldados locales y tres policías resultaron heridos.

Los insurgentes de Haifa hicieron ostentación: fusiles, ametralladoras y lanzagranadas anticarro. Aunque no es la primera vez que hay problemas en esa calle -atentados contra patrullas o lanzamiento de granadas sobre la zona verde, a menos de un kilómetro-, es infrecuente el levantamiento de barricadas. Se trata de un barrio de torres altas construido en la época baazista y habitado por funcionarios y militares medios. Tras la invasión se convirtió en la cuna de la insurgencia más nacionalista.

La insurrección de ayer fue contestada de inmediato por Maliki, quien decretó el estado de emergencia y mandó a casa a todos los ciudadanos de la capital. Mientras daba a conocer la medida en la televisión, un coche bomba explotó en Basora cerca de un mercado. Cuatro personas perdieron la vida y 18, incluidos dos policías, resultaron heridas. Hubo otro atentado con 10 muertos cerca de una mezquita de culto suní en Hibhib, aldea en la que pereció Al Zarqaui en un bombardeo estadounidense.

Todo esto sucede cuando el Gobierno de Maliki ultima un programa de paz que tiene por objetivo ofrecer una salida política a los insurgentes suníes. El propio presidente de Irak, Jalal Talabani, ha reconocido (y los norteamericanos también) contactos con siete de estos grupos para conseguir que abandonen las armas. Una parte esencial es la excarcelación que tiene lugar estos días de cientos de presos que no están implicados en atentados contra la población, pero sí en ciertos casos contra las tropas extranjeras. El objetivo es liberar a 2.500.

Cambio radical de nombre

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El periódico The New York Times informa de que Washington espera que el éxito de este plan represente el primer paso para una reducción significativa de sus tropas. "Esto [la amnistía] es lo que hicimos tras la II Guerra Mundial, después de la guerra civil y de la guerra de Independencia. Será desagradable y moralmente ofensivo, pero así es como finalizan las guerras", dice una fuente estadounidense que cita el diario.

Maliki ofrecerá compensaciones económicas a los árabes suníes que perdieron sus trabajos tras la caída del régimen, en que ocupaban altos puestos, y promete acabar con los escuadrones de la muerte chiíes. El plan supone un cambio radical de la política seguida hasta ahora por la Casa Blanca.

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