LAS HISTORIAS DE CUATRO 'SIN TECHO'

"A veces he dormido en un charco"

La respuesta social a la presencia en las calles de los sin techo es variada. La aceptación social y la convivencia son posibles, aunque el rechazo es también evidente. Así lo cuenta uno de los indigentes entrevistados por el Ararteko:

"He sentido el rechazo de la gente cuando vas por la calle. Ver cómo la gente se cambia de acera al verte te duele. Ahora voy limpio, pero ha habido momentos en que he dormido en un charco. No tienes la ropa adecuada, los ojos se te salen y tienes una mirada violenta, una actitud agria, de resentido con todo el mundo".

El nivel de apoyo soci...

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La respuesta social a la presencia en las calles de los sin techo es variada. La aceptación social y la convivencia son posibles, aunque el rechazo es también evidente. Así lo cuenta uno de los indigentes entrevistados por el Ararteko:

"He sentido el rechazo de la gente cuando vas por la calle. Ver cómo la gente se cambia de acera al verte te duele. Ahora voy limpio, pero ha habido momentos en que he dormido en un charco. No tienes la ropa adecuada, los ojos se te salen y tienes una mirada violenta, una actitud agria, de resentido con todo el mundo".

El nivel de apoyo social y familiar con que cuenta cada persona resulta clave para tener un motivo de esperanza en darle la vuelta a la situación. "Ahora estoy retomando el contacto con mi familia", añade este hombre. "Me reciben cuando voy a visitarles. Hoy estoy invitado a comer en casa de mi madre y mis hermanos e intento ser un hijo y un hermano modelo, me aseo todos los días e intento cambiarme de ropa a menudo, aunque no tenga mucha, pero intento dar una imagen de persona normal. Ellos me han motivado para que haga algo por mí. Desde que estoy aquí [en un centro para indigentes] he engordado seis kilos y cada día me estoy encontrando mejor".

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Otro sin techo trata de obviar el rechazo: "Entras en una cafetería a tomar un café y ves que hay siete u ocho personas mirándote. Te sientes fatal y no quieres volver a entrar, ¿para qué? Pero no me importa cómo me trate la gente o lo que piensen de mí. La gente son nada para mí, no me conocen, no saben lo que he pasado".

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