Crítica:FLAMENCO | Gabriel Moreno

El imperio de la dulzura

No muchos cantan como Gabriel Moreno. El suyo es un cante melodioso, dulcísimo, en el que lo valioso es la palabra dicha a media voz, como recreándose en ella. Una palabra rica en melismas, rica también en contenidos flamencos. Más que cantar, Gabriel Moreno acaricia sus textos, les da una dimensión natural que le sirvió en todo lo que hizo. Los grandes estilos, la malagueña, la siguiriya, la soleá, la taranta... Todos brotaron de su garganta limpios, llenos de flamencura y cabalidad. Moreno reivindica ese acento de dulzura sin parangón posible.

Le acompañó correctamente un guitarrista ...

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No muchos cantan como Gabriel Moreno. El suyo es un cante melodioso, dulcísimo, en el que lo valioso es la palabra dicha a media voz, como recreándose en ella. Una palabra rica en melismas, rica también en contenidos flamencos. Más que cantar, Gabriel Moreno acaricia sus textos, les da una dimensión natural que le sirvió en todo lo que hizo. Los grandes estilos, la malagueña, la siguiriya, la soleá, la taranta... Todos brotaron de su garganta limpios, llenos de flamencura y cabalidad. Moreno reivindica ese acento de dulzura sin parangón posible.

Le acompañó correctamente un guitarrista a quien no conocíamos. Lorenzo Álvarez tiene un toque fácil, muy pegado a los estilos, quizá de una cierta elementalidad. Completó un recital que, si no alcanzó cumbres estelares, sí fue lo suficientemente explícito para congregar a un puñado de buenos aficionados.

La leyenda del Café de Silverio

Cante: Gabriel Moreno. Toque: Lorenzo Álvarez. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 24 de marzo.

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