Los jóvenes ponen en jaque a Villepin

Manifestaciones masivas en toda Francia contra la precariedad laboral en el primer empleo

El primer ministro francés, Dominique de Villepin, se encontraba ayer contra las cuerdas. Ciudadanos de todas condiciones y edades salieron a la calle en 160 manifestaciones en toda Francia contra la precarización del empleo para los jóvenes que supone el polémico Contrato de Primer Empleo (CPE) aprobado por el Gobierno. Los sindicatos convocantes de la jornada de protesta -la tercera en una semana- cifraron en un millón y medio el número de manifestantes en todo el país. El Ministerio del Interior redujo la cifra a medio millón. Los líderes sindicales se reunieron anoche, reclamaron la interv...

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El primer ministro francés, Dominique de Villepin, se encontraba ayer contra las cuerdas. Ciudadanos de todas condiciones y edades salieron a la calle en 160 manifestaciones en toda Francia contra la precarización del empleo para los jóvenes que supone el polémico Contrato de Primer Empleo (CPE) aprobado por el Gobierno. Los sindicatos convocantes de la jornada de protesta -la tercera en una semana- cifraron en un millón y medio el número de manifestantes en todo el país. El Ministerio del Interior redujo la cifra a medio millón. Los líderes sindicales se reunieron anoche, reclamaron la intervención directa del presidente, Jacques Chirac y se dieron hasta el lunes para decidir cuándo y cómo lanzan el ultimátum al Ejecutivo en forma de una convocatoria de huelga general, si no se retira el CPE.

Los sindicatos exigen la intervención de Chirac y sopesan convocar una huelga general
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Los sindicatos exigen a Villepin que retire el CPE -aprobado por decreto ley y sin negociación- antes de discutir qué tipo de medidas se deben tomar para luchar contra el desempleo entre los jóvenes, que supera el 22%.

En París, la manifestación reunió a 300.000 personas según los sindicatos y a 80.000 según la policía. La tarde soleada propiciaba el ambiente festivo. El cortejo partió de la plaza de Denfert-Rocherau, atravesó el Sena por el puente de Austerlitz para acabar en la plaza de la Nación. La de ayer era la tercera protesta en menos de una semana, aunque las otras dos reunieron casi exclusivamente a universitarios y estudiantes de secundaria. En contraste con el modelo habitual de lo que son las manifestaciones en Francia, en las que el grueso lo forman funcionarios y servidores públicos, ayer, día festivo, quienes ocuparon las calles y plazas de las ciudades francesas eran trabajadores de todos los orígenes y edades, incluidos jubilados.

En torno a las 17.30, en la plaza de la Nación, prácticamente disuelta la marcha, se repitieron los mismos incidentes que al final de la marcha del pasado jueves. No más de un centenar de jóvenes encapuchados, que no habían participado en la manifestación, lanzaron piedras y botellas contra los policías antidisturbios y éstos respondieron lanzando gases lacrimógenos. Poco después ardía un vehículo, saltaban en pedazos los cristales de varios escaparates y de cabinas telefónicas. La policía efectuó una veintena de detenciones y la ristra de incidentes aislados protagonizados por grupos de casseurs (reventadores) se extendió a lo largo de la noche.

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Desde que hace un mes se inició la movilización contra el contrato que permite despedir a los jóvenes de menos de 26 años durante los dos primeros años de trabajo, el poder de convocatoria de los sindicatos ha ido en aumento y el rechazo social a la precarización del empleo, creciendo. La apuesta del primer ministro de sacar adelante el CPE, según algunos analistas para ocupar el espacio en la derecha que domina su rival, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, no podía salirle peor.

El CPE, un artilugio laboral que, incluso si llega a implantarse, tendrá un impacto muy limitado en el rígido modelo laboral francés, se ha convertido en la visible imagen de la brecha que el Gobierno conservador quiere abrir en el hiperprotector modelo laboral francés. Sirva la paradoja de que el CPE difícilmente afectará a los universitarios que lo denuncian, ya que son escasísimos quienes se integran en el mercado laboral antes de los 26 años.

Según las cifras de las centrales sindicales, hace un mes salieron a la calle 400.000 personas (218.000 según la policía); el pasado día 7 de marzo, según los sindicatos, fueron un millón quienes se manifestaron (400.000 según la policía). Con estas referencias, las cifras que sobre la jornada de ayer dio el Ministerio del Interior parecen haber sido realizadas con criterios algo distintos, al menos muy a la baja. Lo que también está a la baja es la popularidad del primer ministro. Según un sondeo que publica hoy Le Journal du Dimanche, el apoyo popular a Dominique de Villepin se encuentra en caída libre y baja de nuevo seis puntos para situarse en un 37%.

Al frente de la marcha figuraban los líderes de las principales centrales sindicales y también los dirigentes de los partidos de la oposición de izquierdas. El primer secretario del Partido Socialista francés (PS) François Hollande, pidió a Villepin que no malgaste el tiempo ni "espere a la próxima manifestación" para retirar de una vez el CPE. El Gobierno, estos últimos días, ha insistido en su disposición a negociar aspectos del CPE, pero los sindicatos no aceptan negociar nada si antes no se ha retirado el polémico contrato.

Si la manifestación de París fue masiva, no menos importantes fueron las de las grandes capitales de provincia. Destaca sobre todas la de Marsella, donde los organizadores reclamaban 150.000 manifestantes. En Nantes, entre 21.000 y 45.000; en Toulouse entre 15.000 y 35.000; una horquilla similar en Burdeos; entre 10.000 y 25.000 en Lyón y entre 11.000 y 30.000 en Lille. En esta ciudad industrial del norte de Francia la marcha terminó también con incidentes: lanzamiento de piedras y huevos contra los antidisturbios y respuesta en forma de gases lacrimógenos.

Policías antidisturbios franceses pasan ante un coche quemado, ayer tras la manifestación de París.ASSOCIATED PRESS

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