Crítica:X FESTIVAL DE JEREZ

Vuelta a casa

Tras su incursión -con Pasión y ley- en los terrenos del espectáculo con argumento, el bailaor jerezano vuelve a casa, regresa a un formato amable en el que desarrollar su baile de manera cómoda. Con De tablao, el artista recrea el entorno de esos añejos locales con apenas unas cuantas persianas pintadas y unos cuadros a la entrada y salida que quieren ser la foto fija de un tiempo: grupo humano y elementos tópicos casi kitsch, como el sombrero cordobés, el abanico o las castañuelas.

Ese marco no es más que el lugar donde ensamblar bailes y cantes con las aportacion...

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Tras su incursión -con Pasión y ley- en los terrenos del espectáculo con argumento, el bailaor jerezano vuelve a casa, regresa a un formato amable en el que desarrollar su baile de manera cómoda. Con De tablao, el artista recrea el entorno de esos añejos locales con apenas unas cuantas persianas pintadas y unos cuadros a la entrada y salida que quieren ser la foto fija de un tiempo: grupo humano y elementos tópicos casi kitsch, como el sombrero cordobés, el abanico o las castañuelas.

Ese marco no es más que el lugar donde ensamblar bailes y cantes con las aportaciones, en esta ocasión, de rancias e ilustres invitadas. Precisamente con una de ellas, Mariana Cornejo, ese cuadro de época cobra vida de forma especial: la gracia de los tanguillos de La Guapa, en los que la gaditana -lunares y mandil- echa el resto dejando en el ambiente aromas y esencia de Cai.

De tablao. Compañía Antonio El Pipa

Bailaora solista: M. José Franco. Cante: Juana la del Pipa, Manuel Tañé, David Carpio. Artistas invitadas: Concha Vargas (baile), Mariana Cornejo (cante). Guitarra: Pascual de Lorca, Pepe del Morao. Palmas: Joaquín Flores. Teatro Villamarta, viernes 10 de marzo.

En la variedad, que dan aportaciones como ésa, reside gran parte del valor del espectáculo. En su contra, unos bailes que se alargan en exceso, quizá debido al ambiente familiar reinante. Porque eso es lo que se respira: todos los integrantes del elenco van tomando parte en esta fiesta de una forma tan natural que parece espontánea. El juego de las chicas del cuerpo de baile y la enseñanza y riña de las mayores, junto al baile encastado de la Vargas y ese cante, que de tan rozao parece imposible, de Juana Fernández. Las dos comparten un sabor rancio en su hacer, una insustituible enjundia gitana.

Como en casa

En ese entorno, El Pipa se siente como en casa y extrae su mejor baile, el que le caracteriza y gusta a su público. Prestancia en la figura y ese juego de brazos tan suyo que lucieron, primero en el baile por alegrías, y se volvieron a insinuar en unos apuntes por soleá.

Él es el rey, el amo del tablao. La gaditana M. José Franco hace de primera bailarina en la ficción y en la realidad de un completo baile por seguiriyas. Los dos también se extendieron con el soniquete de la soleá por bulerías. Y, para completar el cuadro, la intervención del niño Cristian de los Reyes que sirve para el propósito y encandila a la audiencia. Todos parecen pasárselo bien en escena, especialmente en el último tramo que anticipa el fin de fiesta. El público, para qué contarlo.

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