Cataluña reclama la gestión de El Prat para poder competir con Barajas

La gestión del aeropuerto de El Prat por un consorcio formado por las tres administraciones y las Cámaras de Comercio es una reivindicación asumida por la mayoría de fuerzas políticas y sociales catalanas. El alcalde de Barcelona, Joan Clos, ha llegado a afirmar que aceptaría el traspaso del aeropuerto sin dinero para las inversiones, que se podrían pagar con los beneficios que éste genera. Es la única forma, afirman dirigentes catalanes, incluidos los socialistas, de que Barcelona tenga una política aeroportuaria propia y no una subordinada a Barajas.

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La gestión del aeropuerto de El Prat por un consorcio formado por las tres administraciones y las Cámaras de Comercio es una reivindicación asumida por la mayoría de fuerzas políticas y sociales catalanas. El alcalde de Barcelona, Joan Clos, ha llegado a afirmar que aceptaría el traspaso del aeropuerto sin dinero para las inversiones, que se podrían pagar con los beneficios que éste genera. Es la única forma, afirman dirigentes catalanes, incluidos los socialistas, de que Barcelona tenga una política aeroportuaria propia y no una subordinada a Barajas.

El aeropuerto de Barcelona fue ampliado para los Juegos de 1992. La capacidad prevista era de 20 millones de pasajeros. El año pasado tuvo 27 millones. La ampliación en marcha permitirá llegar a 40 millones. Esta ampliación debería haber estado lista en 2004, pero las obras de la nueva terminal acaban de empezar. Las autoridades locales, todas, sostienen que una política propia permitiría hacer que el aeropuerto de El Prat compitiera con Madrid e impulsar el movimiento de mercancías. Para ello reclaman la gestión de los permisos de aterrizaje y despegue, de modo que se pueda ordenar el tráfico con un sistema que potencie Barcelona como centro de distribución de tráfico. Ahora, los barceloneses que realizan vuelos de larga distancia tienen que pasar por Amsterdam, Francfort o Londres. O Madrid.

El plan de ampliación del aeropuerto de Barcelona supone una inversión de 1.781 millones de euros, muy lejos de los 6.200 millones de la T-4 de Barajas.

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