El Gobierno marroquí lamenta la visita y la tacha de inoportuna

Marruecos reaccionó ayer con moderación a la visita que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero efectúa a Melilla y Ceuta calificándola de "inoportuna". El Gobierno marroquí no publicó ningún comunicado ni tampoco lo hizo el Ministerio de Asuntos Exteriores. El portavoz del Ejecutivo, Nabil Benabdalá, hizo una mera declaración a una agencia de prensa, que puso el texto a disposición de los demás medios de comunicación. "Es una visita que consideramos inoportuna, no cambia nada la naturaleza del problema", afirmó Benabdalá. "Rabat reivindica la marroquinidad de los presidios y, como las posi...

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Marruecos reaccionó ayer con moderación a la visita que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero efectúa a Melilla y Ceuta calificándola de "inoportuna". El Gobierno marroquí no publicó ningún comunicado ni tampoco lo hizo el Ministerio de Asuntos Exteriores. El portavoz del Ejecutivo, Nabil Benabdalá, hizo una mera declaración a una agencia de prensa, que puso el texto a disposición de los demás medios de comunicación. "Es una visita que consideramos inoportuna, no cambia nada la naturaleza del problema", afirmó Benabdalá. "Rabat reivindica la marroquinidad de los presidios y, como las posiciones son conocidas, sólo podemos lamentar esa visita", añadió. El ministro no precisó ni siquiera que los "presidios" de Ceuta y Melilla están ocupados por una potencia extranjera como suele ser habitual.

En relación con esta reacción, un portavoz del Gobierno español señaló: "Mantenemos excelentes relaciones con Marruecos y estamos muy satisfechos por la primera jornada del presidente del Gobierno en Melilla, que ha tenido una calurosa acogida y supone además un importante impulso socioeconómico a la ciudad autónoma".

Zapatero fue ayer el primer jefe de Gobierno español que viaja a las ciudades autónomas desde que Adolfo Suárez las visitó en 1980. Cuando era presidente, José María Aznar se desplazó dos veces, en 2000 y en 2004, a Ceuta y Melilla en calidad de presidente del PP y para participar en mítines electorales. Ante la primera visita de Aznar, las autoridades marroquíes reaccionaron con declaraciones y comunicados críticos y obligaron al entonces ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, a suspender un viaje a Rabat. En la segunda ocasión, permanecieron calladas pese a que Aznar recordó la "españolidad" de las ciudades, algo que evitó hacer ayer Zapatero en Melilla. Rabat temía entonces, explicó una fuente oficial, que cualquier intervención suya en la campaña electoral de 2004 aportase más votos al Partido Popular.

Relación no dañada

La moderada respuesta marroquí al viaje de Zapatero hace prever que la relación bilateral entre Rabat y Madrid no resultará dañada. El Gobierno marroquí confía en que España brinde, dentro de dos meses, una buena acogida al plan de autonomía para el Sáhara que tiene intención de presentar en Naciones Unidas, según anunció su embajador ante este organismo, Mohamed Benouna.

La leve crítica marroquí de ayer es el segundo roce desde que Rodríguez Zapatero llegó a la presidencia del Gobierno. Antes, Marruecos levantó una vez la voz, en junio de 2005. Como de costumbre, fue el Sáhara Occidental el que le hizo perder los nervios. Un comunicado de Asuntos Exteriores lamentó la multiplicación de delegaciones españolas que intentaban desembarcar en El Aaiún, la capital sahariana, y pidió al Ejecutivo español que pusiese coto a esos desplazamientos.

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La prudencia de la reacción oficial contrasta con las de la prensa. Los primeros en arremeter contra el viaje de Zapatero fueron los diarios socialistas, Al Ittihad al Ichtiraki y Libération, y el lunes se sumaron, con más virulencia, los órganos del partido nacionalista Istiqlal (Independencia), Al Alam y L'Opinion.

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