Columna

Septiembre

Agosto no dio tregua. Incendiado de sucesos produjo más actividad política que cualquier agosto pasado, dicen incluso que ha estado lleno de atascos en las grandes ciudades, enfangadas en obras de nunca acabar. Pero llega septiembre y entre céntimos sanitarios y reformas estatutarias, amen de otros asuntos turbios más, como el de la muerte de un inmigrante en la frontera con Melilla, no nos va a dar tiempo a tener mono de política.

Empieza el curso y en Andalucía se espera la presentación en sociedad de Andaluces por el cambio, esa idea en la que Javier Arenas tiene puestas todas sus es...

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Agosto no dio tregua. Incendiado de sucesos produjo más actividad política que cualquier agosto pasado, dicen incluso que ha estado lleno de atascos en las grandes ciudades, enfangadas en obras de nunca acabar. Pero llega septiembre y entre céntimos sanitarios y reformas estatutarias, amen de otros asuntos turbios más, como el de la muerte de un inmigrante en la frontera con Melilla, no nos va a dar tiempo a tener mono de política.

Empieza el curso y en Andalucía se espera la presentación en sociedad de Andaluces por el cambio, esa idea en la que Javier Arenas tiene puestas todas sus esperanzas mientras el resto de la oposición busca su sitio entre la racionalidad de pactar con el PSOE para resolver de una vez los asuntos pendientes y el temor a las consecuencias de mostrarse en publico demasiado de acuerdo con el partido que gobierna. Vuelve el suspense. El consenso es un artificio según algunos y una trampa según los que creen que por su vía, la oposición pierde más que gana, ya que se precia más la inteligencia del gobierno que consigue que la oposición se le acerque, que la altura de miras de quien no teme estar de acuerdo con el gobierno, si este tienen razón. Existe también la posibilidad de que se aprecien por igual las dos cosas y la gente premie precisamente la capacidad de llegar al acuerdo que suele ser una razón con razones de todos. Es posible, pero esa posibilidad ha sido contemplada solo excepcionalmente y seguramente por eso los ciudadanos tenemos tantas veces una terrible sensación de esterilidad ante la política.

El nuevo curso viene cargado de oportunidades para el consenso porque los grandes asuntos no encuentran solución de conformidad general si alguna parte queda fuera del acuerdo. Habrá un primer escenario concreto para empezar a saber por donde pueden ir las cosas, será el de la Conferencia de Presidentes Autonómicos donde se verá la voluntad de todos y la capacidad para encontrar acuerdo. Andalucía tiene un papel importante que jugar en esa Conferencia y en el proceso general de reformas estatutarias en el que nos encontramos. Y, desde luego, de la capacidad del gobierno andaluz de influir o no en el desarrollo de lo general, se podría derivar la fuerza para lograr de la oposición interna mayor disposición al consenso de la que, sin distinción de partidos, hasta ahora ha mostrado.

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