Tribuna:

Ahorro de energías

¡Siete Tours seguidos! Armstrong ha logrado una hazaña única que quizás muchos no volvamos a ver. Y menos mal que se retira, porque al americano aún le queda mucho ciclismo en sus piernas y quizás algún Tour más... Además de su tremenda fuerza mental, sus cualidades fisiológicas también deben de ser excepcionales. En cualquier laboratorio de Fisiología del Ejercicio se pueden medir fácilmente dos de esas cualidades: el consumo máximo de oxígeno (abreviado VO2max) y la eficiencia muscular. Ambas se determinan con una simple prueba de esfuerzo, durante la cual el ciclista pedalea sobre una bici...

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¡Siete Tours seguidos! Armstrong ha logrado una hazaña única que quizás muchos no volvamos a ver. Y menos mal que se retira, porque al americano aún le queda mucho ciclismo en sus piernas y quizás algún Tour más... Además de su tremenda fuerza mental, sus cualidades fisiológicas también deben de ser excepcionales. En cualquier laboratorio de Fisiología del Ejercicio se pueden medir fácilmente dos de esas cualidades: el consumo máximo de oxígeno (abreviado VO2max) y la eficiencia muscular. Ambas se determinan con una simple prueba de esfuerzo, durante la cual el ciclista pedalea sobre una bicicleta estática contra una resistencia que va aumentando gradualmente hasta dejarlo totalmente agotado.

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El VO2max es la máxima capacidad que tiene el organismo de consumir oxígeno por unidad de tiempo. Algo así como la máxima cilindrada del motor humano. Se mide en mililitros de oxígeno por minuto, y se divide por el peso corporal. El VO2max de los ciclistas profesionales suele rondar los 70 ó 75 mililitros por kilo de peso por minuto (ml/kg/min) y la mayoría de las personas sedentarias no pasan de 40. La segunda variable, aún más importante que la anterior, es la eficiencia muscular. Es decir, el porcentaje de la energía consumida por los músculos que éstos son capaces de transformar en potencia (vatios) para hacer girar los pedales. En los humanos, la eficiencia raramente pasa del 22%.

Un científico norteamericano, Ed Coyle, acaba de publicar un artículo en una prestigiosa revista de fisiología en el que describe los resultados de una cuantas pruebas de esfuerzo que le hizo a Armstrong desde sus inicios como profesional hasta el año 1999 (precisamente el año en que empezó a dominar el Tour). Al menos hasta ese año, el VO2max del tejano apenas superaba los 80 ml/kg/min, mientras que su eficiencia rondaba el 23%. Aunque es de suponer que el tejano haya mejorado bastante desde entonces, esos valores son parecidos, e incluso ligeramente inferiores, a los de Indurain. Eso se desprende de otro artículo publicado en la misma revista por su médico y entrenador, Sabino Padilla. Así que podemos asumir que las cualidades fisiológicas de Armstrong y las del mejor Indurain andarían bastante a la par, y que serían claramente superiores a las de la mayoría de sus respectivos rivales.

Quizás la ventaja del americano ha radicado en su preparación para el Tour: mientras que Indurain se desgastaba ganando el Giro o quedando entre los tres primeros en esta carrera o en la Vuelta a España, a escasas semanas del Tour, el americano ha podido ahorrar energías siguiendo una preparación exclusivamente centrada en el Tour.

Alejandro Lucía es catedrático de la Universidad Europea de Madrid.

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