Columna

Cuidado con el amo

Aunque es de muy mala educación ir propinando mamporros a la gente, no deja de tener cierta lógica que los esbirros de Carlos Fabra la emprendieran el pasado martes con un fotógrafo de prensa. Es una lógica un poco salvaje, como la de algunos pueblos primitivos, que creen que cuando se fotografía a uno de sus individuos, se les está arrebatando una parte de su alma. Y es que las imágenes de Carlos Fabra son toda una radiografía espiritual.

Debe ser horrible, conseguir ser presidente del PP de Castellón y de la Diputación Provincial, como su abuelo y su bisabuelo, haber tenido de huésped...

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Aunque es de muy mala educación ir propinando mamporros a la gente, no deja de tener cierta lógica que los esbirros de Carlos Fabra la emprendieran el pasado martes con un fotógrafo de prensa. Es una lógica un poco salvaje, como la de algunos pueblos primitivos, que creen que cuando se fotografía a uno de sus individuos, se les está arrebatando una parte de su alma. Y es que las imágenes de Carlos Fabra son toda una radiografía espiritual.

Debe ser horrible, conseguir ser presidente del PP de Castellón y de la Diputación Provincial, como su abuelo y su bisabuelo, haber tenido de huésped durante varios veranos al mismísimo José María Aznar, para que ahora todo se venga abajo. El periódico, que antes era espejo de las vanidades, es ahora un espanto. No es ya lo que pueda decir la oposición, o este o aquel periodista. No. Es que los malditos fotógrafos de prensa no hacen más que mostrar, negro sobre blanco, su alma al desnudo. Y ése es un retrato que podría resultar un tanto obsceno.

El miércoles 6 de julio, el alma de Carlos Fabra aparecía en la página diecisiete de este periódico rodeada de cinco angelitos, en una actitud que podría calificarse de cualquier cosa menos de beatífica. El ilustre prócer salía del juzgado número 1 de Nules, donde se negó a responder a las preguntas de la juez y del fiscal. Empapelado por uno o varios delitos contra la administración pública y por un presunto delito fiscal, había tenido que soportar la humillación de entrar al juzgado de tapadillo, sesenta minutos antes de la hora a la que estaba citado, para evitar a los malditos fotógrafos. Pero a la salida, allí estaba la tribu de ladrones de almas acechándole cámara en ristre.

El fin de semana los periódicos publicaban otra imagen de Carlos Fabra. Estaba tomada durante la noche del viernes a la puerta de su casa de Oropesa, donde el imputado recibía al Muy Honorable presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que había acudido a una cena acompañado de tres miembros del Gobierno valenciano y de otros cargos del PP. Si Fabra pretendía humillar a Camps y demostrar quién manda de verdad en el PP valenciano no podía haber elegido mejor escenario. Porque esta vez los ladrones de almas captaron la imagen de un Camps obligado a rendir pleitesía a Fabra, que aparecía junto a un cartel en el que tras la frase "Atención al perro", se ocultaba el mensaje de "Cuidado con el amo". Con esta visita Camps pretendía eludir el compromiso de acudir al homenaje que los secuaces de Fabra le han preparado para el próximo viernes. Ahora la oposición vierte lágrimas de cocodrilo porque la visita de Camps involucra a la Generalitat en el escándalo. Aunque en el fondo está encantada al ver a Camps convertido en pelele de Fabra.

La única figura del PP que, hasta la fecha, se ha salvado de tener que presentar sus respetos al imputado Fabra ha sido Rita Barberá. ¿Qué excusa pondrá para no ir el próximo viernes al homenaje? ¿Es ella la tapada de Rajoy para cuando Camps caiga arrastrado por Fabra? Tienen razón los que opinan que las cámaras de Canal 9 deberían de retransmitir en directo la cena homenaje, como si se tratara de un reality show. Sería ilustrativo ver y oír lo que unos y otros tienen que agradecer al amo del PP.

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