UNA DÉCADA DE 'SALVEM'

Entre la iniciativa ciudadana y la democracia participativa

La irrupción de los salvem ha convulsionado ciudades, pueblos y barrios, en los que ha surgido una nueva cultura de participación que de unos años a esta parte ha pasado a jugar un papel importante y mueve a preguntarse si estamos ante la democracia participativa puesta en práctica en algunas ciudades del mundo que están desarrollando nuevas fórmulas democráticas que favorecen la participación de un número creciente de ciudadanos en el gobierno local. En todo caso, está claro que estos colectivos surgen, de un lado, por la incapacidad de algunos partidos políticos para interesarse por l...

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La irrupción de los salvem ha convulsionado ciudades, pueblos y barrios, en los que ha surgido una nueva cultura de participación que de unos años a esta parte ha pasado a jugar un papel importante y mueve a preguntarse si estamos ante la democracia participativa puesta en práctica en algunas ciudades del mundo que están desarrollando nuevas fórmulas democráticas que favorecen la participación de un número creciente de ciudadanos en el gobierno local. En todo caso, está claro que estos colectivos surgen, de un lado, por la incapacidad de algunos partidos políticos para interesarse por los problemas cotidianos de los vecinos y, de otro, por la progresiva desconexión de las asociaciones de vecinos de su tejido social más inmediato.

"En la Francia mediterránea la fuerza de estos movimientos está determinando cambios en la composición política de los ayuntamientos", señala Joan Romero, quien explica que allí los colectivos han conseguido cambiar el color de algunos gobiernos municipales, antes controlados por los agricultores, pero que ahora tienen que contar con el contrapunto que suponen estos ciudadanos organizados.

Los salvem "son el hijo del fracaso de los entes de mediación de una sociedad moderna", considera Josep Sorribes, "pero no son una solución de política asociativa". Este profesor añade que los salvem "han hecho una labor importante", pero matiza que "no son una solución de futuro y tampoco sustituyen a las asociaciones de vecinos". Sorribes no cree que estos movimientos tengan futuro como sistema de organización participativa en política. Entre otras cosas, por lo efímero de su existencia, condicionada a la consecución de sus fines. Pero también por su funcionamiento asambleario, así como por la desconexión entre unos y otros. De hecho, no defienden un modelo territorial concreto, porque "no son más que respuestas concretas a problemas concretos". Los únicos que han conformado una red y tienen presencia en toda la Comunidad Valenciana son los de la plataforma Abusos Urbanísticos No (AUN).

Para Joan Olmos, la aparición de los salvem es consecuencia de un "déficit democrático de debate y discusión" y de la "falta de cultura participativa". Salvador Blanco, veterano activista vecinal, ahora enrolado en AUN, reconoce que los problemas por los que surgen los salvem deberían ser asumidos por las asociaciones de vecinos, que "deberían impulsar estos movimientos".

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