Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA

El otro lado del napalm

Siempre se ha dicho que las guerras las cuentan los ganadores pero no es, desde luego, el caso de Vietnam. Pocos conflictos han producido tanta y tan buena literatura (Michael Herr, Philip Caputo, Tobias Wolff, Tim O'Brian y Graham Greene antes que todos ellos con su Americano impasible; Manu Leguineche y, ahora, Javier Cercas entre nosotros) y han marcado tan profundamente la historia colectiva y cultural de un país -todavía le reprochan a Jane Fonda, que acaba de publicar sus memorias, el viaje que realizó a Vietnam del Norte durante la guerra-.

Sin embargo, frente a este torre...

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Siempre se ha dicho que las guerras las cuentan los ganadores pero no es, desde luego, el caso de Vietnam. Pocos conflictos han producido tanta y tan buena literatura (Michael Herr, Philip Caputo, Tobias Wolff, Tim O'Brian y Graham Greene antes que todos ellos con su Americano impasible; Manu Leguineche y, ahora, Javier Cercas entre nosotros) y han marcado tan profundamente la historia colectiva y cultural de un país -todavía le reprochan a Jane Fonda, que acaba de publicar sus memorias, el viaje que realizó a Vietnam del Norte durante la guerra-.

Sin embargo, frente a este torrente literario, periodístico y cinematográfico, apenas sabemos lo que ocurrió en el otro lado. Las imágenes más duras de aquel conflicto, las que creó el cine o las que los fotógrafos hicieron llegar a medio mundo, se han convertido en símbolos de la brutalidad indiscriminada de la guerra, en testimonios del horror, del sufrimiento de los civiles -¿cómo olvidar a Kim Phuc Phan, la niña de nueve años abrasada por el napalm, fotografiada por Nick Ut mientras corría desnuda por la carretera número 1?-.

EL DOLOR DE LA GUERRA

Bao Ninh

Traducción de Diego Friera

y María José Díez

Ediciones B. Barcelona, 2005

219 páginas. 16 euros

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Pero seguía faltando algo: el cuadro nunca llegaba a estar completo. Por eso, cuando fue publicada en Vietnam a principios de los noventa y traducida rápidamente en Occidente, la novela El dolor de la guerra, de Bao Ninh, se convirtió en un fenómeno que iba más allá de la literatura. Con una prosa desafiante, rica y espeluznante, Ninh contó su experiencia como soldado de Vietnam del Norte y relató lo que sucedía en las ciudades y en los campos de este país, al otro lado del napalm, allí donde caían las toneladas de bombas. "Mi vida no parece muy distante de la de un sampán impulsado contra la corriente hacia el pasado. El futuro nos mintió hace tiempo, en el pasado. No hay una nueva vida ni una nueva era, ni tampoco es la esperanza de un bello futuro lo que me mueve, sino más bien al contrario. La esperanza reside en el bello pasado anterior a la guerra", escribe Ninh. Como muchas grandes narraciones bélicas, en El dolor de la guerra hay más retaguardia que batallas y tanta destrucción moral como física.

Pocos países han sufrido tanto en la segunda mitad del siglo pasado como Vietnam. Cuando las primeras tropas estadounidenses desembarcaron en la bahía de Da Nang, en marzo de 1965, la guerra de Indochina duraba ya casi 20 años: desde 1946 un movimiento liderado por Ho Chi Minh se enfrenta a la potencia colonial. La salida de los franceses tras la derrota de Dien Bien Phu no fue sino el principio de un nuevo conflicto, con la participación primero de observadores militares y luego de decenas de miles de soldados enviados por Washington bajo la teoría del dominó. Los B-52 lanzaron toneladas de bombas contra Vietnam del Norte y, cuando se cumplen 30 años de la caída de Saigón, los efectos sobre la población civil del agente naranja -un defoliante químico- siguen siendo enormes. "El dolor de la guerra que atenazaba el corazón de un soldado semejaba de un modo extraño el dolor del amor", asegura Ninh. Ese dolor duró décadas y dejó una marca que la paz ha tardado años en borrar.

Aunque el protagonista de ]]>El]]>

dolor de la guerra se llama Kien, el narrador apenas hace esfuerzos para ocultar el carácter autobiográfico de su relato. Ninh, nacido en Hanoi en 1952, se alistó en el Ejército norvietnamita en 1969 y participó en la toma de Saigón, en abril de 1975. Tenía 23 años y no había conocido nunca su país en paz. De los 500 miembros de su unidad sólo sobrevivieron diez. La guerra se había llevado por delante a tres millones de vietnamitas, en su mayoría civiles, y a 50.000 soldados estadounidenses. "Sabíamos que desde hacía años allí no había ningún país, sólo una guerra", escribe el gran cronista de aquel conflicto, Michael Herr, al principio de sus Despachos de guerra.

Pero el libro de Ninh no es un compendio interminable de combates y batallas en la selva: es un relato de amor roto por la brutalidad de la historia convertida en bombas, es el regreso a un mundo que ya no existe, es una reflexión sobre la descomposición de la sociedad y de la vida tras décadas de conflicto, es aquello en lo que Kissinger y MacNamara nunca pensaron; pero también es una reivindicación de la humanidad y del derecho a la supervivencia. "Desde que volví a Hanoi he tenido que vivir con este desfile de horrendos recuerdos, día tras día, larga noche tras larga noche", escribe Ninh en su admirable, sincero y goyesco retrato del horror.

La niña Phan Thi Kim Phuc (en el centro, desnuda) huye de un bombardeo de Estados Unidos con napalm en Trang Bang, en la guerra de Vietnam.HYUNH COG "NICK" U Y / AP

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